sábado, 3 de diciembre de 2016

Reprogramando... Felicidad

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"Pero creo que no importa que tan inteligente es, la gente suele ver lo que ya están buscando, eso es todo" —Veronica Roth

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Gracias a Haley Phepls por la imagen (clic sobre ella para más info.)
En la actualidad las probabilidades de ser devorado por un depredador, asesinado por una tribu vecina, o aniquilado por alguna infección, son mucho menores de las que enfrentaban nuestros ancestros del paleolítico.

Hoy la vida es más segura. Sin embargo seguimos tan estresados, ansiosos y preocupados como lo estaban ellos. Tal vez un poco más.

¿Por qué ocurre esto? Según el doctor en psicología y autor del libro Cultiva la felicidad, Rick Hanson, se debe al sesgo negativo con el que nuestro cerebro evolucionó:
A medida que nuestros ancestros evolucionaban necesitaban transmitir sus genes. Y las amenazas del día a día, como depredadores o riesgos naturales tenían más urgencia e impacto para la supervivencia. Por otra parte, las experiencias positivas como la alimentación, la vivienda, o las oportunidades de apareamiento, son provechosas, pero si un animal no puede obtener hoy una de esas buenas experiencias, tendrá una nueva oportunidad mañana. Pero si ese animal o ser humano primitivo no pudo escapar hoy de los depredadores, literalmente, morirá.

Es por eso que el cerebro tiene lo que los científicos hoy llaman “sesgo de negatividad”. Yo lo describo como ‘velcro como para el mal y teflón para el bien’. Por ejemplo, la información negativa sobre alguien es más memorable que la información positiva, es por eso que los anuncios negativos dominan la política. En las relaciones afectivas, los estudios demuestran que una buena y sólida relación necesita al menos una proporción de 5:1 entre las interacciones positiva y negativas.
Lo que las investigaciones del doctor Hanson han encontrado es que las cosas positivas que nos suceden no tienen el mismo impacto en nuestras vidas que las negativas. Tendemos a pasar por alto u olvidar con rapidez las primeras, mientras que las segundas se quedan grabadas a fuego en nuestra memoria.

Por fortuna, el cerebro tienen la capacidad de adaptarse y cambiar gracias a las experiencias y al aprendizaje. Mediante práctica y entrenamiento podemos contrarrestar el sesgo negativo y construir un cerebro más positivo que nos brinde mayor felicidad, paciencia, fortaleza y confianza.
Hay un dicho clásico: "Las neuronas que se activan juntas, permanecen juntas". Lo que esto significa es que los patrones repetidos de actividad mental establecen estructuras neuronales. Este proceso se produce a través de una gran cantidad de mecanismos diferentes... El problema es que el cerebro es muy bueno modificando la estructura del cerebro de acuerdo a las experiencias negativas. Aprendemos de inmediato del dolor, ya sabes, "una vez quemado, la segunda precavido". Por desgracia, el cerebro es relativamente malo convirtiendo experiencias positivas en estructuras neuronales emocionales.

La pregunta es, ¿cómo podemos fomentar las cosas buenas en el cerebro? Todos queremos tener cosas buenas dentro de nosotros mismos: felicidad, resistencia, amor, confianza y así sucesivamente.

Es muy importante contar con experiencias positivas de las cosas que queremos fomentar y, luego, ayudar a que realmente se asienten en el cerebro, ya que si no se ayuda a que se establezcan en el, no se convertirán de manera muy eficaz en estructuras neuronales. Así que mi libro se trata de tomarse 10, 20, 30 segundos extras para permitir que las experiencias cotidianas positivas se conviertan en estructuras neuronales de manera que usted siempre cuente con estas fortalezas a dondequiera que vaya.
Ya lo sabes, la próxima vez que tengas una experiencia positiva, no permitas que se desvanezca sin dejar huella. Saboréala. Así ayudarás a tu cerebro a almacenarla y, de paso, te ayudarás a ser más feliz.

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