viernes, 22 de julio de 2016

“El mayor capital de un país es el intelecto de sus ciudadanos”

https://facundomanes.com/2016/07/05/el-mayor-capital-de-un-pais-es-el-intelecto-de-sus-ciudadanos/ 
ConTintaNorte
El sábado último abrió con un soberbio mensaje la muestra “La Patria es un verbo”, que apela y pone a la consideración del gran público en el Museo Pueyrredon documentos originales de los tiempos de la Independencia, frases de patriotas y pensamientos de poetas que procuranreplantearnos el sentido de patria.

Allí, el prestigioso neurocientífico se movió como pez en el agua y con su gestual y locuaz estilo, no exento de esa pasión que contagia, fue el orador central de un encuentro que cautivo por su propuesta y nos pintó por completo. Habló de las cosas que nos unen y diferencian, de nuestros paradigmas pasados y a futuro, de la necesidad de construir una sociedad inclusiva de conocimiento; no obvió referirse al bajo nivel educativo ventilando cifras que golpean. Dijo que “el mayor capital de un país es el intelecto de sus ciudadanos”, en esa inteligencia aseguró que “el futuro pasa por el mundo de las ideas, de la innovación” pero advirtió que “Argentina tiene millones de cerebros que no juegan ese partido”. También se refirió a los cuatro pilaresque hacen al desarrollo de una nación: el capital mental, la educación de calidad, la infraestructura y la fortaleza de las instituciones. Todas ‘argentamente’ deficitarias.Nuestras instituciones no son fuertes, transparentes, sólidas y la infraestructura es pésima”, diagnosticó y observó que se carece de sanción social y de una fuerte mirada del otro. No escapó a su exhaustivo análisis el tema del momento:la corrupción. “El deterioro de la conducta humana siempre puede caer más. Esto que ocurre ahora, que pensamos no puede ser más bochornoso, puede seguir. Hay algunos países en África que al no tener instituciones fuertes, ni sanción –contó- eligen a los políticos que demuestran que son corruptos porque al no haber instituciones, es la única manera que pueden ligar algo. Ojo que estamos a mitad de camino de esto!”, alertó. Y al cerrar invitó a reflexionar sobre el paradigma del conocimiento como meta que nos una a futuro e invocó las palabras de un preclaro Jorge Luis Borges a Alfonsín cuando éste ganó en el 83: “Sr. Presidente los argentinos no sólo tenemos el derecho, sino el deber de la esperanza”.
* “El chiquito que no puede comer hoy en el Conurbano profundo debería y debe ser nuestro hijo; el anciano que no puede comprar medicamentos en Jujuy debe ser nuestro padre o abuelo y el desconocido que no puede conseguir trabajo en Comodoro Rivadavia o en Neuquén debe ser nuestro hermano; eso es una patria.”
* “Hoy hay 4 millones de jóvenes pobres en la Argentina, aunque el Estado les dé comida y buena nutrición, el daño ya está hecho. Aunque alguien se alimente bien y tenga una vivienda digna, si el esquema mental es de pobreza no podrá pensar más allá de unas horas. Sólo lo obsesionará resolver el día a día y no tendrá proyecto a futuro.”
* “Nuestros hijos que no viven en la pobreza también tienen una mala calidad educativa. Aunque vayan a colegios ‘caros’ muestran una mala educación y una baja comprensión. Argentina está a nivel 65 en las pruebas pisa que miden el conocimiento en matemática, lengua, ciencia. Nosotros cuestionamos las pruebas”
* “De 100 chicos que ingresan a la primaria, se reciben 37 en la secundaria y de ese universo, solo la mitad comprende un texto complejo.”
* “Los mejores alumnos argentinos tienen una equivalencia similar con los de una escuela normal de un suburbio de Shangai. La educación de nuestros hijos que no están en la pobreza es mala, nadie se salva.”
Las frases son fuertes, impactan. El silente auditorio que se agolpó bajo la galería del Museo Pueyrredon para zafarle a la garúa y el mal tiempo lo escucha como en misa. Es que el neurólogo y neurocientífico de 47 años, que supo formarse en Cambridge y suele dar charlas por el mundo, es referencia ineludible al hablar del cerebro y el conocimiento, encima ahora suena como posible integrante del equipo de la Gobernadora, María Eugenia Vidal. Aseguran que en el área de ciencia del ministerio de Educación que depende de Alejandro Finocchiaro tienen reservado un lugar para él, así que no por nada fue especialmente invitado por la responsable de Cultura de San Isidro, Eleonora Jaureguiberry para abrir la muestra “La Patria es un verbo”. Sus reflexiones invitan a pensar y despiertan la esperanza en muchos de que un futuro mejor es posible en Argentina.
Algo de eso se percibió a poco que ingresara a la histórica casona en una pequeña comitiva integrada por Mateo Niro -experto en semiología y sociolingüística- autor junto a del libro El cerebro argentino”, de Editorial Planeta; su hermano Gastón y el concejal Jorge Alvarez.
De inmediato Manes se estrechó en un fuerte abrazo con la anfitriona,Eleonora Jaureguiberry y con su esposo, el abogado Gabriel Bouzat y entre el rosario de personalidades que poblaba el patio colonial del Pueyrredon, gente de la cultura, de la docencia, el
empresariado, el constitucionalista Daniel Sabsay, Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Pazcomenzó a escucharse una frase calcada:“este hombre hace que lo difícil se vuelva fácil” y que un tema tan catedrático como la neurociencia se torne interesante y atractivo para la gente del común.
Así es que recurriendo a un tono intimista Facundo Manes reveló ante un público totalmente abstraído por sus anécdotas y vivencias que para él, patria es sentir el país dentro de uno.“Mientras estuve en EE.UU o en Inglaterra apasionado por investigar el cerebro en ámbitos y con gente verdaderamente increíble, todas las mañanas experimentaba una emoción muy íntima –describió-. Me levantaba y sentía que no estaba en mi casa, vivía en un lugar que no era el mío y eso es la patria para mí: ‘sentir el país dentro mío’ y a su vez formar parte de ese pueblo. Es una sensación única”, desliza cómplice.
“Incluso en Cambridge, una ciudad medioeval muy chiquita llena de gente distinguida con el Nobel, en la que es más fácil cruzarse con un premiado que con un conductor de colectiv., allí las consultas por depresión que atendía en el Hospital se daban por no haber ganado el Nobel”, suelta arrnacando los primeros aplausos de la audiencia.
La charla de Manes abrevó en el pasado, el presente y fundamentalmente en el futuro de los argentinos y se permitió plantear cuál será la nueva patriada que nos aguarda“La patria es un pasado común, un presente compartido, pero sobre todo, un futuro a construir”, indicó y dejó picando que los tiempos por venir para él. impondrán el desafío del conocimiento como matriz de unión a lograr por los argentinos.
Escudriñando el pasado Manes descubrió que hubo paradigmas que unieron claramente a los nacidos en este suelo: la Independencia, la construcción de la República, la educación pública impulsada por la generación del ’80, el intento de inclusión social y más recientemente, la democracia. “En el 83 yo tenía 15 años y sentía que el 90 % de los argentinos queríamos vivir en pleno estado de derecho”, recordó.
“Los que hicieron la educación pública pensaron un país que no iban a ver.  La generación de argentinos que luchó por la escuela pública, laica, de calidad e integradora se murió antes de ver a Favaloro egresar de una humilde escuela de La Plata”, planteó y memoró que en1879 Argentina tenía 78 % de analfabetosy “por una generación de patriotas que pensó un país más allá de su vida biológica, en 1947 había bajado a 12 %. En ese momento teníamos menos analfabetos que Italia y España”, precisó.
Para Manes la democracia también fue una patriada pero en el 78 o 79 eran pocos los que la pedían, la sociedad no la reclamaba masivamente. “Corríjanme si no estoy en lo cierto; recién en el 83 la sociedad en su conjunto exigió, reclamó y defendió la vuelta al estado de derecho”.
El hombre que comandó el equipo médico que operó a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner por su hematoma subdural,disecciona el ser nacional como en la mesa de un quirófano y se mete de lleno con el tema que acapara la atención por estos días: la corrupción. “Desde la ciencia sabemos que todas las personas tendemos a llevar agua para nuestro molino. No es que el cerebro de un dinamarqués sea menos corrupto que el de un argentino. Pero el ser humano tiene una predisposición natural a sacar siempre ventaja propia. Incluso se estudiaron conductas corruptas en abejas, en hormigas y en chimpancés. Entonces, ¿qué hace que Dinamarca tenga menos corrupción que otros países?” – interroga y se responde: “El concepto de sanción social. Allá no existe el ‘roban pero hacen’. Y, por otra parte, esa sanción social está acompañada de instituciones fuertes del respeto a la ley y de la mirada del otro. No hay que habituarse a la corrupción ni a lo malo”. Y sin más, de inmediato interesa a la audiencia en un entretenimiento que se llama “El juego del bien común”. Consiste en un administrador y diez personas. El administrador le da 100 pesos a cada persona y les dice “hay un pozo secreto, ustedes pongan la plata que quieran, yo lo voy a saber, duplico lo que haya y después lo repartimos entre todos”. La mayoría piensa, bueno pongo 100 pesos, después lo duplicaré y lo repartimos entre todos. “Pero hay uno o dos que piensan, pongo 50, me quedo con 50, total los demás van a poner 100 y voy a ganar de la repartija total. Esa conducta empieza a infectar al resto – diagnostica-, los demás detectan que hay uno que pone menos y se contagian. Tenemos que saber que el cerebro humano aprende de tres maneras, cuando algo nos motiva, nos inspira o cuando nos parece un ejemplo. Entonces tenemos que empezar a ser un ejemplo para los demás”, aconseja este querible médico que sueña con una vuelta al mundo de los valores. Luego precisa que existen cuatro pilares del desarrollo de un país: capital mental, educación de calidad, infraestructura  e instituciones. “Todo tiene que ver con el conocimiento–dice- . Nuestras instituciones no son fuertes, transparentes ni sólidas y la infraestructura es pésima”, resume. Afirma que en Brasil una encuesta demostró que la gente pobre educada no toleraba el ‘roba pero hacen’ y aquellos con mayor poder adquisitivo pero poco educados si lo soportaban. “La educación impacta en el sistema democrático y en las instituciones”, plantea.
Manes entiende que la sociedad a futuro requiere de un nuevo paradigma que nos una como nación. “El último que nos unió fue la democracia. En el ´81 y ´82, el 90 % de los argentinos, de derecha y de izquierda, de clase alta o de clase baja, peronistas o no peronistas, en las tribunas del fútbol, todos estábamos de acuerdo con que se fueran los militares. Luchamos por la democracia. Los argentinos estamos divididos por el pasado y por el presente. Hay que generar un nuevo proyecto de país. La revolución del conocimiento. Formar y cuidar el capital mental. La riqueza de un país no son ni las industrias ni los recursos naturales. O al menos no como era antes. Lo importante son los cerebros de la gente”.
La charla va tocando a su fin. Se estrecha en un abrazo con Pérez Esquivel, a quien dice admirar y de inmediato no pocas mujeres -como nuestra amiga Marita Rosada– lo empiezan a rodear deseosas de inmortalizar aquel instante. En sociedad tecnológica si las hay, todos hacen relucir celulares de distintos tamaños y colores para tentarlo con una selfie, dos o más, quién sabe cuántas. El prestigioso neurocirujano da paso al ciudadano común, se reparte en saludos y firma dedicatorias con la zurda apelando a su poco legible letra de médico. La marea humana lo atrapa, lo lleva y a él de pronto, con ese don que tiene de hacer sencillo lo difícil, se le dibuja una sonrisa tan amplia como su conocimiento. Ya es uno más entre la legión de asistentes al Museo que no dudó en aplaudirlo de pie al abrevar en su rico y lúcido pensamiento que tiende un puente a transitar el paradigma del conocimiento. Aún es posible, se puede. Solo es cuestión de animarse a intentarlo juntos.

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