domingo, 2 de agosto de 2015

El largo camino hacia el carácter

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“El que conquista su propia alma es más grande que aquel que conquista una ciudad”
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Imagen: Roujo (clic para más info.)
Más importante que cultivar las habilidades que te harán destacar como profesional, es cultivar las virtudes que te harán destacar como persona.

Hoy en día existe una gigantesca industria dedicada a aconsejarnos cómo triunfar profesionalmente. Se cuentan por decenas de miles los libros, blogs, podcast, youtubers; consagrados al tema.

Esta obsesión con el éxito ha dado origen a una especialidad que haría a nuestros abuelos fruncir el ceño y mirar con recelo: El Auto-bombo. Esta es la disciplina que se encarga de enseñarnos a promocionarnos a nosotros mismos, pero cómo decirlo así suena indecoroso, nos inventamos una expresión más elegante: Marca Personal.

El columnista del New York Times, David Brooks, en su excepcional y lúcido libro The Road to Character (El Camino Hacia el Carácter) nos advierte sobre el excesivo énfasis que ponemos en el éxito exterior y lo poco que trabajamos hacia nuestro interior.
Vivimos en una sociedad que nos anima a pensar en cómo tener una gran carrera, pero deja a muchos de nosotros sin medios para cultivar nuestra vida interior.

[…]

La competencia para tener éxito y ser admirados es tan feroz que lo consume todo... El ruido de las comunicaciones rápidas y superficiales hace que sea cada vez más difícil escuchar los sonidos más reposados que emanan desde nuestro interior. Vivimos en una cultura que nos enseña a promovernos y publicitarnos a nosotros mismos, y a dominar las habilidades necesarias para el éxito, pero nos alienta poco a cultivar la humildad, la simpatía y la evaluación honesta de nosotros mismos; aspectos necesarios para la formación del carácter.
El carácter es el conjunto de cualidades morales que posee (o carece) un individuo. Alguien que tiene un gran carácter es alguien que ha desarrollado una amplia variedad de virtudes: fortaleza, lealtad, humildad, bondad… El comportamiento y los hábitos (buenos o malos) también hacen parte del carácter de cada individuo.

Cuando una persona fallece, durante sus exequias no se habla de lo rápido que esa persona respondía a los correos, o que tantos seguidores tenía en las redes sociales; se habla de las virtudes morales del individuo.

Brooks hace un llamado de atención para no sólo desarrollar las virtudes que hacen que nuestro currículum destaque, también debemos ocuparnos de las virtudes que elogiarían en nuestro funeral.
He estado pensando sobre la diferencia entre las virtudes del currículum y los elogios del funeral. Las virtudes del curriculum son las habilidades que ofreces en el mercado laboral y que contribuyen con el éxito exterior. Los elogios del funeral son más profundos. Son las virtudes de las que hablarían en tus exequias, las que conforman el centro de tu ser; si fuiste amable, valiente, honesto, fiel; que tipo de relaciones creaste.

La mayoría de nosotros estaría de acuerdo en que las virtudes elogiadas en el funeral son más importantes que las del currículum, pero confieso que por largos períodos de mi vida he dedicado más tiempo a pensar sobre las últimas. Nuestro sistema educativo está más centrado en las virtudes del currículum que en las del funeral. Igual ocurre con la conversación pública, está inundada con  consejos ofrecidos en revistas y bestseller de autoayuda.

La mayoría de nosotros tenemos más claras estrategias para alcanzar el éxito en nuestras carreras que para desarrollar un profundo carácter.
Esta falta de atención al desarrollo del carácter, advierte Brooks, nos conduce a la mediocridad moral. Poco a poco nos alejaos de la gran persona que un día quisimos ser.
Te justificas auto justificas. Sigues tus deseos dondequiera que te lleven, y te apruebas a ti mismo, siempre y cuando no estés, obviamente, haciendo daño a nadie más. Deduces que si parece que le gustas a las personas a tu alrededor, debes ser lo suficientemente bueno. En este proceso terminas lentamente convirtiéndote en algo un poco menos sensacional de lo que había esperado en un principio. Una humillante brecha se abre entre tu yo real y tu yo deseado.
El escritor Jack Cheng lo expuso de manera hermosa en el impresionante Tú y Tu Mejor Tú: el camino hacia una mejor versión de ti mismo no está libre de tropiezos. Todo lo contrario, los tropiezos son parte indispensable del viaje.
Todos tropezamos, y la belleza y el sentido de la vida se encuentran en los tropiezos; en reconocer los obstáculos e intentar ser mejores con el paso de los años.

Los tropiezos van disminuyendo a través de la vida, se pierde el equilibrio un poco aquí y allá, a veces se trastabilla, otras caemos de rodillas. Pero el ‘tropezador’ reconoce su naturaleza imperfecta, sus errores y sus debilidades; con una honestidad sin adornos, sin remilgos. A veces se avergüenza de la perversidad de su naturaleza: su egoísmo, el autoengañarse, el ocasional deseo de poner las bajas pasiones por encima de las más altas.

Pero la humildad ofrece autocomprensión. Cuando reconocemos que metemos la pata, y advertimos la gravedad de nuestras limitaciones, nosotros mismos nos hallamos desafiados y exigidos por un enemigo duro de superar y trascender.

Es esta lucha la que cura al ‘tropezador’.
Finalmente, el camino hacia el carácter y por consiguiente hacia una vida llena de satisfacciones, empieza por reconocer humildemente que somos criaturas defectuosas que se equivocan con frecuencia. A partir de ahí, comienza la descomunal lucha por ser cada día mejores.
Todos los seres humanos buscan llevar una vida no solo de placer sino de propósito, justicia y virtud. Como lo expuso John Stuart Mill, las personas tienen la responsabilidad de ser, con el tiempo, mejores moralmente. La mejor vida es la que está orientada hacia incrementar la excelencia del alma y es nutrida por el goce moral: la serena sensación de gratitud y tranquilidad  que llega como consecuencia de enfrentar con éxito nuestra lucha moral.

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El largo camino hacia el carácter comienza con un entendimiento exacto de nuestra naturaleza, y la esencia de ese entendimiento es que somos criaturas imperfectas. Tenemos una tendencia innata hacia el egoísmo y al exceso de confianza. Tenemos una tendencia a vernos a nosotros mismos como el centro del universo, como si todo gira a nuestro alrededor. Decidimos hacer una cosa, pero terminan haciendo lo contrario. Conocemos lo que es fundamental e importante en la vida, sin embargo perseguimos cosas que son superficiales y vanas. Además, sobrestimamos nuestra propia fuerza y ​​racionalizamos nuestras equivocaciones. Sabemos menos de lo que pensamos que sabemos. Cedemos ante los deseos de corto plazo aun cuando conocemos que no deberíamos. Pensamos que las necesidades espirituales y morales pueden ser resueltas a través del estatus y las cosas materiales.

[Sin embargo, aunque] somos criaturas imperfectas, también estamos dotados espléndidamente… Tenemos la capacidad de luchar contra nosotros mismos. Hay mucho de heroico en una persona que lucha contra sí misma, oprimido por conciencia, sufriendo tormentos. Y sin embargo, continúa viviendo y haciéndose cada vez más fuerte, sacrificando el éxito mundano en aras de triunfar en su interior.
The Road to Character me dio un espléndido baño de humildad, antes de su lectura, debo confesar estaba acomodado en la auto complacencia moral, pero el libro se encargó de enseñarme lo equivocado que estaba y la gigantesca lucha que aún me queda por librar. Mi camino hacia el carácter apenas acaba de comenzar.

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