jueves, 13 de agosto de 2015

Cuando la ciencia ficción se convierte en ciencia a secas

http://www.yorokobu.es/ciencia-ficcion-ciencia/

Y de cómo nos tenemos que replantear la moral, la economía e incluso el deporte

POR JOSÉ MANUEL BLANCO
1995. El periodista Steven Kotler comienza a percibir que algunas de las historias que podían haber salido de las plumas de Julio Verne o Isaac Asimov se están haciendo realidad: un coche volador, un viaje turístico espacial, inteligencia artificial… Steven comienza a anotar ideas en un papel sobre objetos o situaciones que traspasan lo que es la ciencia ficción y se convierten en pura ciencia. O en pura tecnología.
Casi 20 años después, Steven se da cuenta de que prácticamente todos los elementos de esa lista estaban tachados. Por el camino y gracias a su trabajo de periodista, ha podido escribir relatos tan apasionantes como los de aquellas personas que intentan que los coches vuelen, que los turistas alcancen el espacio o que, incluso, los deportistas realicen proezas aún más extraordinarias de lo habitual. Reunió todas las crónicas que había publicado en ese tiempo en un libro. Había nacidoTomorrowland.
Tomorrowland nos muestra que lo que un día fue ciencia ficción se termina convirtiendo en ciencia a secas. Todo lo anteriormente citado, por ejemplo, pero también los hombres biónicos, la energía nuclear o la minería de asteroides tienen cabida en el libro. «Cuando lees todos esos artículos juntos cobra un gran sentido dónde estamos y hacia dónde vamos», explica Steven.
Los artículos cuentan los esfuerzos de estas personas por conseguir tamaños objetivos, pero también las implicaciones morales y éticas que tienen detrás. Uno de esos apasionantes relatos es el de Dezso Molnar, que lleva años trabajando en su pasión: construir objetos voladores como coches o motocicletas para descongestionar las carreteras. Una tarea ardua que requiere mucho presupuesto y para la que toma como inspiración el autogiro de Juan de la Cierva.
Tamaños cambios científicos y tecnológicos implican también cambios en la forma de pensar de la gente. «Lo que está viniendo ahora es un nivel de disrupción muy profundo en la cultura», explica Steven. Sin ir más lejos, con la inteligencia artificial. Cada vez se escuchan más dilemas sobre el choque de, por ejemplo, los robots con la inteligencia humana.
Steven las califica como «discusiones de adultos sobre los peligros de la inteligencia artificial», que implican todos los niveles: seguridad de los individuos, responsabilidades éticas, etc. Sin embargo, todo eso está abierto y no está claro cómo se desarrollará en el futuro: «Va a haber consecuencias masivas en todos los lugares pero no sé cómo preparar para ello». 

Biónica y realidad virtual

Steven cree que en «los próximos 50 años» seguiremos viendo muchas ideas de ciencia ficción hacerse realidad delante de nuestros ojos. Se tienen que seguir desarrollando proyectos como la minería de asteroides, con la que explotar sus recursos, que muestran que nuestro planeta ha dejado de ser el único lugar donde encontrar materias primas. De todas esas iniciativas, él está especialmente maravillado con dos: los aparatos biónicos y la realidad virtual. 
Coche volador
«Ahora mismo, para todo el mundo en el planeta, la peor parte de envejecer es que pierdes funciones en tu cuerpo, ¿verdad?», pregunta. Los mecanismos biónicos permiten recuperar la vista, aunque sea parcialmente y con dificultades, o tener un páncreas artificial que informe a una ‘app’ del nivel de azúcar en sangre. Por no hablar de los exoesqueletos. Todo esto traerá consigo «un impacto económico masivo», advierte Steven, que recuerda cómo la edad de jubilación puede aumentar con personas más sanas, y que por tanto podrán desarrollar una carrera laboral más larga.
¿Estamos jugando a ser Dios? ¿Es eso bueno o malo?«Depende de tu definición de Dios», responde al comienzo de su libro. «La biología sintética nos da el poder de crear vida», explica, y cita como ejemplo las moléculas sintéticasque se crean en los laboratorios y que pueden ayudar acombatir enfermedades como el sida. Pero, de nuevo, el campo ofrece numerosas posibilidades y todo está por definirse.
El otro ámbito que todavía camina entre la ciencia ficción y la ciencia con mayúsculas es la realidad virtual. «Aprendimos en los 90 que era posible» llevarla a la práctica, recuerda, y destaca las muchas oportunidades tanto creativas como económicas que ofrece. La muestra está en la actualidad: gafas para que los niños ingresados en un hospital visiten un zooproductoras que apuestan por estos contenidos
Realidad virtual

Chuta más fuerte para ver si metes gol

Vamos con una de las cosas que más importan a muchísimos seres humanos: el deporte. En el libro, Steven recuerda la historia del austriaco Felix Baumgartner, que en 2012 saltó desde la estratosfera, a más de 39.000 metros de altura. Apenas dos años después, el vicepresidente de Google, Alan Eustace, batió ese récord y lo elevó a los 41.000 metros. Un hito que demuestra dos cosas: uno, que los propios adelantos humanos ya los tenemos que establecer muy lejos de la superficie; y dos, la rapidez con la que conseguimos superar nuevos retos. Todo ello, gracias a la ciencia y la tecnología.
Durante la conversación, Steven demuestra su pasión por este tema. «Tenemos la tecnología para conseguir» las proezas de Baumgartner y compañía. Pone como ejemplo los deportes de motor, la mejora de las máquinas que se ha conseguido en los últimos años. El futuro será muy prometedor («veremos nuevas experiencias muy increíbles») y lanza una pregunta al aire: «¿Va a ser el baloncesto un deporte más interesante con piernas biónicas?». Para los forofos del deporte dejamos el debate sobre las posibles implicaciones.
Steven se muestra «optimista» con respecto al futuro: «Tenemos las habilidades tecnológicas» para solventar los problemas que surgen día a día. «Simplemente no lo hacemos porque la gente está más interesada en crear el próximo Angry Birds». A pesar de todo, los humanos seguimos trabajando para convertir en ciencia la ciencia ficción, y Steven no cree que vayamos a tener que arrepentirnos del progreso. El futuro juzgará si lleva razón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario