miércoles, 13 de mayo de 2015

Un Profesor en Búsqueda de la Mejor Manera de Enseñar

http://sociologiadivertida.blogspot.com/2015/05/un-profesor-en-busqueda-de-la-mejor.html 


 El pasado día 8 de mayo tuvo lugar el acto de presentación del libro "El Redescubrimiento de la Administración Pública. Creando Imágenes desde la Universidad", acto al que fui invitado por el director del libro Jorge Crespo González, profesor de Ciencia de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Politécnica.

En el acto intervienieron, aparte del profesor Crespo y de mi mismo, el catedrático emérito de  Ciencia Política y de la Administración y ex magistrado del Tribunal Supremo, Mariano Baena; el Director General del Instituto Nacional de Adminsitración Pública, Manuel Arenilla y la Directora del Instituto Complutense de Ciencia de la Administración, Profesora Gema Pastor.

El texto que viene a continuación es el discurso que escribí para esta presentación que me animo a publicar, en esta modesta tribuna de Sociología Divertida, en la esperanza de que  sirva para una mayor difusión del libro.




Querría agradecer al profesor Crespo la oportunidad que me brinda de contribuir a la presentación del libro “Redescubrimiento de la Administración Pública. Creando imágenes desde la Universidad” en compañía de personas tan ilustres del mundo de la Administración, de la Universidad, de la Ciencia Política, y del Derecho.

Y no es fácil presentar este libro pues es una obra coral, tiene múltiples autores – toda una clase de estudiantes de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense - y con tantos autores, no sabes a quién nombrar, a qué trabajo citar, no sabes si te pasas o no llegas. Quizás sea más sencillo el análisis de las intenciones que hay detrás de la obra.

 Yo creo que tiene dos objetivos básicos.

El primer objetivo es el desarrollo de un experimento pedagógico. En mis conversaciones con el profesor Crespo me he podido dar cuenta de que se trata de un profesor a la búsqueda de la mejor manera de enseñar. No voy a criticar a los que me dieron a mí la asignatura de Ciencia de la Administración, creo en la libertad de cátedra faltaría más,  pero tengo que decir que me hubiera gustado que hubiera sido mi profesor. Alguien que intenta enseñar a – según sus propias palabras – “saber, saber hacer y saber ser”. 

¿Alguien puede pedir más?.

Y lo hace buscando la creatividad del alumno. Puedo contar con los dedos de una mano los profesores que, a lo largo de mis largos estudios en la universidad, fomentaran mi creatividad. 

¿Y cuál es la técnica del Profesor Crespo?,   pues aparte de las actividades en clase siempre con el horizonte de la innovación en el método y la autonomía del estudiante, mediante un ejercicio final personal y creativo sobre dos preguntas de libre elección “La administración del poder el poder de la administración” y “Contenidos que debe conocer de la Administración Pública un ciudadano responsable e informado”. Y ésta es precisamente la base del libro, las respuestas de los alumnos a la pregunta, sin retoques, tan sólo su transcripción a Word para configurar este libro.

Y a este reto, sus alumnos responden con una imaginación y creatividad sorprendente. De manera que nos encontramos con un folleto para explicar el funcionamiento de la Administración Pública, un manual de la correctocracia, guías y decálogos para el buen ciudadano, diálogos – uno platónico o uno encantador de un padre y su hija -, cuentos, fábulas, distopías apocalípticas en un mundo sin administraciones, programas de enseñanza,  juegos infantiles, baladas, programas de radio y TV, una carta de amor o una carta a Mariano José de Larra. 

Sé que es faltar a la justicia no nombrar a todos los autores, pero por desgracia no hay ni espacio ni tiempo para citarlos a todos. Sí quiero al menos destacar tres ejercicios. El “decálogo de la administración para el buen ciudadano” de Diego Mourelle que ofrece una guía de diez puntos esenciales para crear una buena conciencia ciudadana. “El Buro-bar”, de Paula Pascual y Elena Lucas, fábula sobre un bar en el que alternan los grandes autores que han hecho análisis de la Administración y que contiene la metáfora más divertida que he leído acerca del ritualismo burocrático (1) cuando el camarero le niega a Bonnin (2) un café sólo porque siempre toma café con leche. Y un auténtico programa de estudios de educación secundaria para que los jóvenes adquieran un mejor entendimiento del funcionamiento de la Adminsitración  Pública, de David Latona.

El segundo objetivo de esta obra es que se trata de una reivindicación de la Administración Pública ante la desafección de la sociedad española a lo público, edificada sobre la desinformación ciudadana acerca del verdadero sentido de la misma. 

Aunque la crisis económica ha mejorado ciertas imágenes de la administración, esas imágenes siguen apareciendo desdibujadas. Al menos para la mayoría de los ciudadanos – un 70% según el estudio anual que realiza la AEVAL -  la administración aparece como algo importante o muy importante y el porcentaje viene creciendo moderadamente en los últimos años. Pero, a pesar de que se considere importante no se sabe muy bien cómo definirla, se sigue detectando la  confusión sobre qué es Administración Pública y qué es el Gobierno, hay confusión entre las distintas funciones de los distintos niveles de la administración (local, autonómica y estatal) y se la considera, a veces hay que admitir que con razón, como algo externo, coercitivo o incomprensible, situación en la que el lenguaje administrativo –usualmente complejo - no ayuda precisamente. 

Pero a la hora de mejorarla no hay compromiso, como a la Administración Pública  se la considera como algo ajeno, eso es cosa de otros. Una de las mejores maneras de medir el buen funcionamiento de las administraciones es mediante el análisis de las quejas y sugerencias de los ciudadanos. Pero Incluso, ante un mal funcionamiento de la administración, el ciudadano no se queja. El 80% de la ciudadanía admite no haberse quejado nunca por considerarlo muy burocrático o muy complicado o que no sirve para nada. Yo atesoro la experiencia, cuando trabajé en Protección Consular, de haber suministrado a un ciudadano las hojas para la queja e incluso haberme ofrecido para rellenar los formularios y la persona haber rechazado mi ofrecimiento en la sospecha de que de alguna manera se lo haríamos pagar resolviendo en contra o dilatando el procedimiento, lo que era completamente infundado.

Y en relación con este ejemplo de falta de confianza hacia mí como funcionario, está el problema de la imagen social del funcionariado. El último barómetro del CIS que preguntó por la imagen del funcionario fue el de noviembre de 2012, un nada desdeñable 40% de los encuestados manifestó tener poca o ninguna confianza en los funcionarios, aunque hay que señalar también que se había mejorado en un 1% desde el barómetro de 2010.    Un estudio reciente de la Xunta de Galicia puso de manifiesto que, en opinión de los encuestados, los funcionarios eran menos trabajadores, puntuales, competentes, comprensivos, imparciales, responsables y honrados; y más arrogantes, autoritarios y lentos que los empleados del sector privado.

Ante este panorama, especialmente sombrío en España,  el profesor Crespo apuesta por un redescubrimiento de la Administración Pública, tarea nada fácil que pasa por atacar la raíz del problema: la deficiente cultura de nuestra sociedad sobre lo público y sus servidores. Propone el desarrollo de una estrategia de formación de los ciudadanos en aspectos básicos de la Administración Pública, sin adoctrinamientos pero invitando al descubrimiento del sentido de lo público en un mundo que parece adorar el becerro de oro de lo privado. En este contexto se sitúa la iniciativa – modesta según él, yo la tengo por muy meritoria -  del libro que presentamos hoy, creando imágenes desde la universidad para el redescubrimiento ciudadano de sus – subrayo “sus” – administraciones. 

El profesor Crespo sabe que hay mucho por hacer, sabe que si es capaz de sembrar la semilla en los futuros científicos sociales se navegará en la dirección correcta, pero que no será suficiente, serán necesarias muchas aportaciones más, a mi me ha reclutado para la causa y desde esa modesta tribuna que yo mismo me he construido – Sociología Divertida – me tendrá a su lado en la tarea de difundir la necesidad de tener una administración eficiente que el ciudadano considere parte su entorno social y no un ente externo inevitable al que hay que evitar en lo posible.

Hace unas semanas en una entrevista en televisión el ministro de finanzas griego, el sr. Varoufakis, nos recordó la etimología de la palabra “idiota” – “idiótes” en griego clásico -  que dista mucho del sentido moderno de tonto o de disminuido en la facultades mentales. En la polis un idiota era el despreocupado por los asuntos públicos porque sólo se interesaba en lo privado, solo se preocupaba de lo suyo. Y era tanto el prestigio de los asuntos públicos en la polis que la palabra fue adquiriendo el sentido actual.

Así que somos idiotas cuando no nos preocupamos por el funcionamiento de las administraciones, cuando nos abstenemos, cuando no participamos en los asuntos públicos, cuando hacemos dejación de nuestras responsabilidades, cuando dejamos que se deterioren los servicios públicos. Y el antídoto es la educación de los jóvenes desde la escuela primaria y la formación de los adultos por todos los medios disponibles. Estoy de acuerdo con el disgnóstico del profesor Crespo, hay solución. Porque puede que seamos un poco idiotas – siempre según la etimología de la palabra - pero de lo que no hay ninguna duda es que no somos una nación de tontos. Muchas gracias.



Juan Carlos Barajas Martínez

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