domingo, 24 de mayo de 2015

‘Tres consejeros’

http://jccubeirojc.blogspot.com/2015/05/en-el-termino-medio-esta-la-virtud-los.html 
En el libro ‘Tres consejeros’, José Ramón Ayllón elige 280 párrafos de tres de los mayores pensadores de la historia: Aristóteles, Confucio y Chesterton.
Como sabes, para un servidor Aristóteles de Estagira es el mejor coach que ha existido. Su labor con el joven Alejandro (él le convirtió en Magno) no tiene parangón. Fue, como nos recuerda el autor, el último gran filósofo griego y el primer científico europeo. De las 152 lecciones de esta obra, me quedo con:
- “En realidad vivir como hombre significa elegir un blanco –honor, gloria, riqueza, cultura- y apuntar hacia él con toda la conducta, pues no ordenar la vida a un fin es señal de gran necedad”.
- “La amistad es una virtud, va acompañada de virtud y es lo más necesario en la vida”.
- “También hay amistades basadas en la desigualdad, como la del padre hacia el hijo, la del mayor hacia el más joven y la del gobernante hacia el gobernado. En esos casos no obtienen lo mismo el uno del otro, ni deben pretenderlo”.
- “La virtud (areté) es el mayor de los bienes humanos”.
- “La conducta humana se consolida gracias a los hábitos. Y los hábitos no son innatos, sino que se adquieren por repetición de actos (cosa que no vemos en los seres irracionales, pues si lanzas hacia arriba una piedra diez mil veces, jamás subirá si no es obligada por la fuerza)”.
- “La voluntariedad está en las obras pero también en las intenciones. Por eso debemos aborrecer ciertas cosas y desear otras, como la salud y la educación”.
- “No deliberamos sobre los fines, sino sobre los medios”.
- “Hay hombres tan echados a perder que no parecen responsables de sus actos”.
- “La causa de la conducta animal es simple, pero en el hombre es compleja, pues el deseo y la razón no siempre están de acuerdo”.
- “Muchos consideran involuntarios tanto el amor como algunos deseos e impulsos naturales, porque son poderosos por encima de la naturaleza. Y somos indulgentes con ellos por su capacidad de violentar a la misma naturaleza”.
- “La generosidad es el término medio entre la prodigalidad y la avaricia, exceso y defecto, respectivamente”.
- “Sobre la magnificencia, el defecto se llama mezquindad y el defecto, ostentación y mal gusto”.
- “El pusilánime y el vanidoso se equivocan por defecto o por exceso”.
- “La verdad no necesita cambiar, pero la prudencia cambia constantemente, pues se refiere a lo conveniente en cada caso y para cada uno”.
- “No es nada fácil desarraigar con razones lo que está arraigado con los hábitos en el carácter”.
- “Los gobernantes deben animar a los que ya obran bien. En cambio, deben corregir y castigar a los que no cumplen las leyes y desterrar a los delincuentes incorregibles”.
De Confucio (nombre latinizado del maestro Kung), “las tres virtudes universales son el conocimiento, la benevolencia y la valentía”, “lo bello de una comunidad es su grado de generosidad para con el prójimo”, “a la ofensa se contesta con la justicia, y a la virtud con la virtud”, “la mente se despierta con la poesía, se afirma con los ritos y se completa con la música”.
Y de Chesterton, “Sospecho que Dios creó el mundo y puso en él reyes, pueblos y naciones solo para que así se lo encontrara mi mujer”, “todo hombre es un idealista, y con demasiada frecuencia persigue un ideal equivocado”, “el secreto de la vida está en la risa y en la humildad”, “las falacias no dejan de ser falacias porque estén de moda”, “el primer deber de un hombre enamorado es comportarse como un idiota”.
He vuelto a leer la ‘Ética a Nicómaco’ en la versión de Javier Fernández Aguado. Una de las obras principales de la filosofía universal. Lecciones sobre la Felicidad, las virtudes éticas, las intelectuales, la incontinencia y la amistad que son impagables. Gracias, Javier, por esta maravillosa actualización, tan útil para l@s gobernantes.
Me parece especialmente valiosa la virtud como término medio: la valentía, entre la cobardía y la temeridad; la templanza, entre la desidia y el desenfreno; la generosidad, entre la avaricia y la prodigalidad; la magnificencia, entre la pusilanimidad y la vanidad; la mansedumbre, entre el defecto y la irascibilidad; la sinceridad, entre la ironía y la arrogancia; la afabilidad, entre la dejadez y el polemismo; el buen humor, entre el arisco y el chistoso; el pudor, entre la continencia y el descaro.
        

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