viernes, 15 de mayo de 2015

RENOIR.

Pierre Auguste Renoir (1841-1919) es un pintor impresionista al igual que Monet, Sisley, Degas o Pissarro. Sin embargo, mostró una gran originalidad creativa a lo largo de su vida y, su pintura, aunque indiscutiblemente impresionista, presenta ciertas peculiaridades. Por ejemplo, muestra más interés por el cuerpo humano (especialmente el femenino) que por los paisajes. Además le gustan las escenas de interior, a diferencia de los demás impresionistas, que optan siempre por los exteriores y la pintura al aire libre.

En Renoir no hay narración, ni grandes temas, ni mensajes que adivinar. Todo en sus obras es claro, sencillo y directo.

Los personajes están tratados con gran delicadeza y cariño. Siempre aparecen en actitudes relajadas, sonrientes y felices. Bailan, toman una copa, charlan, tocan el piano, etc.

Es por todo esto por lo que Renoir ha recibido el calificativo de "pintor de la alegría". Es muy agradable y atractivo contemplar sus escenas del París de finales del XIX, esos momentos de placer, las pequeñas cosas de la vida, los deliciosos gestos de las niñas y mujeres que pinta; todo resulta simple y cercano. Su éxito se produjo en muchos países, pero sobre todo en Estados Unidos, nación en donde sus habitantes muestran preferencia por lo simple y no alcanzan a descifrar segundas lecturas o significados con matices.

Renoir es un pintor de gran colorido, capta lo instantáneo y huye de lo serio y trascendente. Gleyre, pintor contemporáneo suyo, le reprochó que pintaba sólo por divertirse, a lo que Renoir respondió que naturalmente, y que si el pintar no le hubiera divertido, nunca lo hubiese hecho. 

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