sábado, 9 de mayo de 2015

La vida de Marie-Clémentine Valadon


más conocida por su nombre artístico –Suzanne Valadon–, fue cualquier cosa menos convencional. Nacida en 1865 en un empobrecido hogar de Bessines-sur-Gartempe, y marcada por las estrecheces propias de una niña criada por una madre soltera que sobrevivía como costurera, Suzanne acabaría sin embargo convirtiéndose en una destacada y exitosa artista que se codeó con las más grandes figuras del arte europeo de su tiempo.
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Cansada de una vida de miseria y privaciones, y llevada por los deseos de experimentar emociones y aventuras en la capital, una jovencísima Marie-Clémentine escapó de su hogar con apenas catorce años, dirigiendo sus pasos a París, donde acabó sobreviviendo en las calles de Montmartre.
Allí, rodeada por artistas y literatos bohemios, la joven inició sus primeros pasos en el mundo de la farándula enrolándose en un circo. Allí trabajó durante un tiempo como acróbata, hasta que un accidente mientras ensayaba un salto mortal la alejó definitivamente de los escenarios.
Por suerte para ella, aquel destartalado circo de Montmartre era frecuentado por algunos de los pintores más reconocidos del momento, como Renoir, Degas o Puvis de Chavannes, y su belleza y encantos juveniles no escaparon a los ojos de estos artistas.
Fue así como comenzó a trabajar de modelo para Puvis de Chavannes, entonces un maduro pintor simbolista con el que al parecer mantuvo un romance. Pero a diferencia de otras jóvenes que se ganaban entonces las vida posando para los numerosos artistas que poblaban las calles de París, Marie-Clémentine tenía también otras inquietudes, más allá de ganarse unas monedas para sobrevivir ejerciendo de musa de los pintores.
Todas las noches, casi a escondidas, la joven se dedicaba a dibujar y pintar, imitando las técnicas que veía utilizar a sus contratadores. Fue precisamente uno de ellos, Degas, quien descubrió las inquietudes artísticas de la muchacha y, tras quedar admirado por su talento, la animó a continuar practicando.

Retrato de Erik Satie, de Valadon | Crédito: Wikipedia.
Tras ejercer de modelo para De Chavannes, Renoir, o Degas –y mantener idilios con algunos de ellos–, Marie-Clémentine comenzó a posar para Toulouse-Lautrec. Al igual que en los casos anteriores, la joven posó para él y también compartió lecho con el artista.
También el “pequeño” genio descubrió sus dotes artísticas y, sorprendido por su talento, decidió apadrinarla ante el resto de colegas. En el transcurso de una fiesta que tuvo a Marie como protagonista, Lautrec y sus camaradas rebautizaron a la joven con ajenjo, dándole su nuevo nombre artístico, Suzanne, que les pareció más que apropiado tratándose de una hermosa muchacha que posaba desnuda ante viejos.

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