El neurocientífico Gerald Hüther explora en ¿La evolución del amor¿ el papel que desempeña este sentimiento en la historia de la humanidad
Ciencia y Cultura | Seguramente no haya muchos más temas sobre los que se haya escrito y reflexionado tanto, desde novelas a tratados, desde canciones a películas. Hay quienes se refieren a él como cariño; otros prefieren afecto, apego o incluso los hay que hablan de ‘deseo’ y lo diferencian de enamoramiento. Durante siglos, los seres humanos hemos intentado encontrar la razón que explica su existencia. Y sin embargo, aunque somos capaces de enviar sondas a planetas lejanos, de manipular genes, de averiguar cómo se creó la vida, de usar la luz para transportar información, aún no podemos explicar por qué existe el amor, de dónde surge y, sobre todo, para qué existe.
“El fenómeno más fascinante generado por la evolución humana es el amor”, afirma el profesor de neurobiología Gerald Hüther en su libro ‘La evolución del amor’ (Plataforma Ed, 2014), en el que además asegura que este sentimiento es lo que nos ha hecho ser lo que somos como especie, como sociedad e incluso como individuos.
Hüther se remonta a nuestros ancestros para plantear que aquellos primeros homínidos que deambulaban por la extensa sabana africana expuestos a todo tipo de peligros e incluso ataques por parte de grupos rivales, sólo pudieron sobrevivir de una forma: desarrollando una fuerza aglutinante que les hiciera cuidar a unos de otros y compartir un sentimiento de pertinencia a un clan. Y para este neurobiólogo, esa fuerza que los unía no era otra cosa que el amor, que además, asegura, permitió el desarrollo de las capacidades intelectuales de aquellos primeros homínidos, una teoría compartida por otros autores especialistas en evolución.
Charles Darwin fue el primer científico que se percató del papel crucial que desempeñaba este sentimiento en la historia del ser humano. Y trató de estudiar sus raíces biológicas y exponer su importancia. Tras regresar de la expedición que realizó a bordo del Beagle por el cono sur, analizó todo el material que había recogido, trabajó sobre sus notas y acabó formulando El origen de las especies en el que exponía sus ideas acerca de la lucha por la supervivencia como motor de la evolución. Pero Darwin tenía sus reservas.
Había algo que no acababa de cuadrarle. No todos los rasgos de los animales superiores, como el ser humano, podían derivar de esa idea. Por lo que años después, en un segundo volumen, propuso la idea de la selección sexual y la elección de la pareja, y ya apuntó que existía un sentimiento que unía a hombres y mujeres para engendrar y luego cuidar de la descendencia. Así pues, la selección natural no se regía únicamente por la competencia y rivalidad, sino también por el amor, que nos mantiene unidos al resto del grupo.
Hüther, catedrático de ciencias naturales y doctor en medicina, además de asesor en temas de ciencia de la cancellera alemana Angela Merkel, relata en el libro cómo estos nuevos descubrimientos acerca de la evolución tuvieron que convivir en un período de la historia con las explicaciones que ofrecía la religión sobre el ser humano. Este científico repasa conceptos como el determinismo de comportamiento, el gen egoísta y acaba presentando la sociobiología.
El amor es más importante en el futuro como especie que otros factores biológicos, en tanto que es la única fuerza capaz de vencer las dinámicas de competencia destructiva, de lucha por el poder, de ansias de dominación que tantos conflictos ocasionan en la actualidad, insiste. Sin amor, muy probablemente, apunta Hüther, hoy estaríamos contando otra historia de los seres humanos.
La evolución del amor. Lo que Darwin ya sospechaba y los darwinistas se niegan a aceptar, de Herald Hüther (Plataforma editorial, 2014) 112 páginas
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