viernes, 9 de enero de 2015

Los colores de la música

http://facundomanes.com/2015/01/04/los-colores-de-la-musica/ 
Revista VIVA
La sinestesia es una fusión por la cual la información real de un sentido se acompaña de una percepción en otro sentido. El pintor Kandinsky veía colores cuando escuchaba música.
El gran pintor ruso Wassily Kandinsky fue uno de los artistas fundamentales del siglo XX. Nacido en 1866 en Moscú, se había recibido de abogado pero hacia finales del siglo XIX decidió dedicarse plenamente a su arte.  Según él mismo contó, uno de los impulsos más importantes para esto lo tuvo en el teatro Bolshoi, al presenciar la representación de Lohengrin, la majestuosa obra de Wagner: “Los violines, los profundos tonos de los contrabajos y, muy especialmente, los instrumentos de viento personificaban entonces para mí toda la fuerza de las horas del crepúsculo. Vi todos mis colores en mi mente, estaban ante mis ojos. Líneas salvajes, casi enloquecidas se dibujaron frente a mí”.
Kandinsky tenía una condición neurológica llamada sinestesia.  Este término deriva de dos palabras griegas, syn (juntos) y aisthesis (percepción). La sinestesia es una involuntaria fusión en el que la información real de un sentido se acompaña de una percepción en otro sentido.
Existen distintos tipos de sinestesia y puede haber tantos como combinaciones de modalidades sensoriales. Los tipos de relaciones más comunes son el color-grafémico (en el que las letras y/o números producen colores) y el color-auditivo, como el caso de Kandinsky, en el que la entrada auditiva (voces, música y ruido aleatorio) produce colores, texturas y formas.
Algunos científicos creen que la sinestesia es producto “de conexiones cruzadas” en el cerebro. Esta hipótesis sostiene que  las neuronas y las sinapsis que, según se supone, modulan un sentido se “cruzan” a otro sistema sensorial. No está claro por qué sucedería esto, pero dichos investigadores creen que estas conexiones cruzadas están presentes en todas las personas desde el nacimiento y, luego, se “pulen”, ”podan” o “refinan”. Así,  los sinestésicos adultos podrían haber conservado estas conexiones cruzadas.
No se sabe cuán frecuente es la sinestesia. Una de las razones es que resulta común para un sinestésico guardar silencio acerca de su condición durante décadas, hasta que un artículo de una revista o programa de radio le hace dar cuenta de que lo que le ocurre tiene una consideración determinada y que no está solo ni es una locura. La sinestesia no está considerada como una enfermedad. Varios investigadores han demostrado que los sinestésicos pueden desempeñarse mejor en ciertas pruebas de memoria y de inteligencia. Muchos piensan que debe ser perturbador  andar todo el día con estos colores, formas y sensaciones “confundidos”. Pero, según diversos testimonios, éstos encuentran su sinestesia agradable y no un obstáculo a la vida normal. De hecho, tienen cierta compasión con los demás por no poder contar con estas experiencias sensoriales.
Kandinsky desarrolló su arte de manera plena en las primeras décadas del siglo XX. Gran parte de este tiempo vivió en Alemania e integró la mítica escuela Bauhaus. Se supone que pintó en este periodo una gran cantidad de obras, entre óleos y acuarelas, de las que nosotros solo conocemos una parte. Pero el nazismo, que avanzaba en la región, consideró que sus obras eran “degeneradas” y optó por ocultarlas. Kandinsky decidió emigrar a Francia, donde murió en 1944. Muchas veces, las biografías de los grandes hombres sirven para entender sobre temas que van más allá del propio personaje en cuestión. Y también, sobre algunos procesos políticos y sociales, para no repetirlos nunca más.

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