miércoles, 7 de enero de 2015

Educación y autoridad

http://columnistas.montevideo.com.uy/uc_300545_1.html 

El problema no está en los niños ni en los jóvenes, sino en la crisis de autoridad que ha hecho que los adultos no tengan ni la menor idea qué contar a los recién llegados ni cómo hacerlo. Rehúyen de la autoridad porque esta es, lisa y llanamente, hacerse cargo del niño y del mundo, de lo nuevo y de lo viejo. Y son pocos los que quieren hacerse cargo de esta realidad.
Empezaron las clases. Los números oficiales hablan de 350.000 alumnos en primaria, 223.000 en secundaria y 90.000 en carreras técnicas. Para albergar a todos estos estudiantes contamos con 2.350 escuelas, 297 liceos y 135 centros UTU. Si tuviera que elegir una imagen que resuma todos estos números, sería la foto que publicó La Diaria en su portada del lunes. Todo el meollo de la educación está resumido en los distintos rostros que miran hacia distintos lados, prontos para aprender quién sabe qué. El fotógrafo Pablo Nogueira supo retratar el instante de autoridad que rodea la educación.
La autoridad es de las palabras que más confusión genera en el ámbito de la convivencia. Antiguamente era un término positivo, referido a las cualidades de alguien o algo para guiar una acción o una opinión sin imponer nada. Luego, a partir del siglo XVII, la autoridad se transformó en sinónimo de obediencia e imposición, lo contrario de lo que suponía el sentido original de la palabra, donde la autoridad no necesita coaccionar ni obligar.
En el siglo XX, siguiendo la errónea idea de que autoridad e imposición son sinónimos, algunos pedagogos norteamericanos hicieron el experimento de la "educación horizontal" , "educación para emancipar a los niños", un sistema progresivo de eliminación de jerarquía en el ámbito educativo y en la relación adulto-niño. Los experimentos fueron un fracaso rotundo. La confusión desembocaba en la crisis educativa que tiene sus ecos hasta el día de hoy.

Ante este escenario, la filósofa Hannah Arendt (1906-1975) tenía una postura clara: la educación es conservadora por definición, su objeto es introducir a los niños (que son lo nuevo) en el mundo (que siempre es viejo para ellos, que ya existía cuando llegaron). Sólo desde esta matriz la educación puede ser proactiva o, para decirlo en terminología política, revolucionaria. En otras palabras: la única manera de formar a un niño para que cambie el mundo es contarle ese mundo, y eso es una tarea básica de conservación de esa realidad, a la que el niño llega como una novedad y apareja la esperanza del cambio y la mejora.
Entonces: de un lado el poder que tiene un maestro sobre sus alumnos: puede y debe encauzarlos, medirlos, evaluarlos. La jerarquía hace parte de cualquier matriz educativa saludable. Del otro lado, la posibilidad siempre latente de la autoridad, es decir, de la capacidad de los adultos de dar sentido, de introducir a los nuevos (niños y adolescentes) en lo viejo, que es la realidad en la que nos toca desenvolvernos. La autoridad es la capacidad de saber contar el mundo trascendiendo todo ámbito de imposición, por el simple hecho de dar significado a las cosas.
El problema no está en los niños ni en los jóvenes, sino en la crisis de autoridad que ha hecho que los adultos no tengan ni la menor idea qué contar a los recién llegados ni cómo hacerlo. Rehúyen de la autoridad porque esta es, lisa y llanamente, hacerse cargo del niño y del mundo, de lo nuevo y de lo viejo. Y son pocos los que quieren hacerse cargo de esta realidad. De ahí las cifras de depresión y crisis de maestros y padres a lo largo del mundo occidental. Es como que el niño llega a un mundo donde los adultos le dicen que no tienen nada que ver con los problemas que hay y que bueno, que tampoco tienen muchas certezas de cómo hacer las cosas, y que bueno, hay que ver qué pasa y bueno, y tá, es lo que hay vistes! Esa es la matriz de la crisis. Y es de los adultos. Ni de los niños ni de los adolescentes.
Hay momentos donde esta crisis se supera, donde acontece la autoridad, donde los adultos saben cómo pararse frente a los recién llegados y explicarles de qué va todo esto. En esos momentos de autoridad, como el que muestra la fotografía, se resume todo el sentido de la educación.

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