lunes, 12 de enero de 2015

Civilización o barbarie...

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Michel Houellebecq en un libro de ficción aborda el rol del islam en Francia. Soumission (Sumisión), se desarrolla en 2022. El público está a oscuras y el líder de un partido musulmán es electo presidente. Mohammed Ben Abbes vence a Marine Le Pen con el apoyo de los socialistas y de la derecha. Las mujeres abandonan la vestimenta occidental y dejan sus empleos. El desempleo masculino cae. En barrios que eran peligrosos el crimen desaparece. Los profesores no musulmanes son forzados a acogerse a la jubilación si no se convierten y se someten al nuevo régimen.
En un reportaje reciente dijo que el Corán es mejor de lo que creía. Los yihadistas son malos musulmanes. En todo texto religioso, hay espacio para la interpretación, pero no aprueba la guerra de agresión y sólo es válido el rezo. Tras el atentado, suspendió la promoción de Soumission, afectado por la muerte de su amigo Bernard. Abandonó la ciudad y se recluyó en el campo. Su libro es hoy el más vendido en Amazon.com
Dos peligros. Uno es la acción de los grupos terroristas que matan y la otra de quienes piden sentido común, mesura, y prudencia, cuando de creencias religiosas se trata, son dos caras de la misma moneda. Occidente debe asumir sus culpas. La invasión a Irak de  Bush fue un crimen de lesa humanidad. Se invadió y se derribó a un tirano para que proliferen asesinos que actúan sin mando unificado y se multiplican por doquier. Los que piden prudencia, piden resignación ante el terror, porque se mueren de miedo. Eso degrada la capacidad creativa de cualquier nación.
Debemos poder criticar sin temor. Pero no todo es religión. Lo sacro tiene comisarios políticos y legitimadores intelectuales.
Un domingo un cura y un campesino están en la capilla. El sacerdote, ante la ausencia de feligreses, dijo: “No vale la pena celebrar la misa” y el campesino replicó: “Cuando mi única vaca me pide comida, yo se la doy”. Nuestros abuelos lucharon contra el totalitarismo nazi, nuestros padres contra el totalitarismo estalinista y hoy debemos luchar contra el totalitarismo islamista. No es una guerra de religiones ni de civilizaciones, como dijo Huntington. Es una guerra de la libertad contra la esclavitud, de la dignidad contra el salvajismo primitivo, de la luz contra la oscuridad.
Con los ataques que sacuden a Francia, la mentalidad pacifista en Europa puede volar en pedazos, alimentar movimientos antiinmigración y exacerbar una  guerra cultural. El siglo XXI la herencia de la ilustración aparece amenazada. Esa percepción modifica las políticas tradicionales y anuncia graves turbulencias para la democracia. La fe en la superioridad de los valores es de escasa ayuda frente al islamismo militante lanzado por una simple interpretación del Corán, que carece de las características de una fuerza unida y de una definición estratégica.
Millones de musulmanes son rehenes de este islamismo vengativo y conquistador. Con 4.700.000 musulmanes practicantes (el 7,5% de la población), Francia tiene la mayor comunidad en Europa. Este ataque  acentuará la islamofobia. Esa agitación se reforzó por la radicalización de jóvenes musulmanes que, reclutados por Internet, parten a hacer la guerra santa y a su regreso, son capaces de lanzar mortíferos ataques.
En casi toda Europa, las tensiones provocan la emergencia de partidos antiislámicos. Esa reacción coloca a los musulmanes moderados en una encrucijada. Viven con el acecho del terrorismo islamista pero se sienten obligados a justificarse. Atrapados en las escuelas coránicas tradicionales, los musulmanes son presa de predicadores que intentan asentar su poder sobre comunidades que han perdido sus raíces. Estados que se declaran aliados de Occidente -como Arabia Saudita- financian la construcción de mezquitas y la difusión de estas corrientes lapidarias.
Choque de civilizaciones. Fue la teoría usada por Bush para su guerra contra el terrorismo, y sus fallas las mostró la historia. Pero la barbarie la recupera. El ataque muestra el desprecio a los valores. Europa es un caldo de cultivo para un nacionalismo xenófobo que rebrota de la mano de la crisis económica. Los inmigrantes musulmanes son para ellos la causa de las calamidades. Es la escalera al poder de los grupos de ultraderecha.
Oriente Medio experimenta un descalabro. La anarquía hace crecer el fundamentalismo. Se han cortado los hilos con los cuales las potencias se asociaban antes con regímenes despóticos.  La pérdida del control liberó fuerzas que demandaron un cambio que acabara con las tiranías.
ISIS es un producto de ese caldo. Es la formación más exitosa del fundamentalismo ultraislámico y un lastre para los sectores progresistas que desean una salida republicana. La receta de ISIS  es represión, sojuzgamiento, disciplina y silencio. Usan el islam como método de control social. Teniendo en cuenta a quienes beneficia, resulta impropio considerarla como una formación aislada y autárquica. Los atentados convienen a los xenófobos y debilitan a los moderados. Los terroristas golpean con el argumento de vengar blasfemias contra el Profeta. Es posible coincidir con quienes creen que no deberían publicarse esas caricaturas. Pero no corresponde cuestionar el derecho a publicarlas.
¿Dónde está la inteligencia? Uno de los terroristas, Cherif Kouachi, era conocido por los servicios de inteligencia. La inteligencia francesa informó a EEUU, que puso a Cherif y a su hermano Said en la lista de terroristas peligrosos. Si estaban bajo vigilancia, ¿cómo pudieron armarse con cohetes RPG y fusiles de asalto y atacar un blanco previsible, a plena luz del día, sin despertar sospechas? La pesadilla pudo ser evitada pero la inteligencia se distrae espiando a presidentes o líderes políticos y los terroristas lo saben.  La barbarie ganó una batalla crucial en su guerra de siglos por imponerse sobre la frágil civilización. El asesinato premeditado y ejecutado con fría precisión sembró la semilla del terror.
Cientos de miles de personas manifestaron su repudio pero el terror está plantado y sus alcances son una incógnita inquietante. En algunas sociedades con una leve tendencia a la insensatez,  esos signos de barbarie son aplaudidos. De la misma forma en que los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York, en 2001. La estupidez insiste siempre. Los crímenes han sido festejados por el Estado Islámico.
Adjudicar asesinatos a una religión es tan errado como atribuirlos a razones políticas y sociales. En nombre de la religión se han cometido crímenes espantosos. Las religiones condenan las barbaries cometidas en su nombre. Pero algo ese salió de madre. Pasó a ser pasible de interpretación por grupos de fanáticos que para alcanzar objetivos políticos recrean sus preceptos y pretenden hacer cumplir al mundo sus leyes divinas.
El fanatismo desdeña la lógica. Esgrime un concepto diabólico y atractivo: el progreso, la superación, el desarrollo, la civilización, nos alejan de Dios. El fundamentalismo odia la penicilina, los satélites, la televisión, la música, el alfabeto, aunque ama los fusiles y los explosivos químicos de alto poder. Y frente a esos postulados y a sus pretensiones de imponerlos a sangre y fuego, suenan débiles las respuestas voluntaristas que el mundo da. Los crímenes de París dañaron gran parte de la cultura de Francia, que tiene una historia de sangre. Winston Churchill estaba convencido de que la Segunda Guerra Mundial se peleaba contra la barbarie; que Gran Bretaña y Francia eran custodios de la civilización, y que no podía tolerarse que ese tesoro universal cayera en manos del bárbaro Adolfo Hitler. El mundo enfrenta hoy un desafío similar.
La lógica de la acción. Es simple: alguien estima que otro, por su cultura, costumbres, su modo de pensar o proceder, agrede un valor supremo, y debe pagar su ofensa con la propia vida, sin atenuantes. El ofendido mata en nombre de un valor superior. Según esa lógica, no es un crimen es una limpieza necesaria y sublime. Si sobrevive será un héroe, si cae, un mártir. La muerte del infiel se perfecciona: se lo elimina con emboscadas, donde está desarmado y el que mata tiene control la situación que ha planificado con rigor, sin dejar nada librado a la improvisación.
Para la óptica, constructiva y mayoritaria, el ejecutor es un asesino cruel que destruye la sociedad, sin ninguna justificación. Hay crímenes de pasión y crímenes de lógica, con premeditación y alevosía. Su coartada es la filosofía, que puede servir para todo, hasta para convertirlos en jueces. El crimen lógico invoca razones ideológicas y se apoya en la tecnología y en las redes sociales. Lo puede practicar un Estado o un individuo, ser público u oculto, obra de una organización o de un grupo. Internet todo lo explica: desde asar un pollo hasta fabricar una bomba. El resto, lo aportan la anomia, el estrechamiento de miras y la discriminación, que alimentan a lobos solitarios enquistados en las sociedades desarrolladas.
Que la revista vuelva a salir la semana próxima es la forma valiente de resistir al mal,  de recordar que se está dispuesto a arriesgar la vida por la libertad. Queda por responder, de muchas otras maneras y con el mismo coraje, al desafío que lesiona  el espíritu de la cultura humana.
Emil Cioran escribió que la “capacidad de adorar” está detrás de todos los crímenes. El que ama indebidamente a un dios obliga a los otros a amarlo o exterminarlos si se rehúsan. El problema es la religión vivida intensamente y su propuesta de solución es la indiferencia. Dado que nos convertimos en asesinos impulsados por creencias, todo es patología salvo la indiferencia. Tomar las creencias como problema y la indiferencia como solución es contraproducente. Más aun, parte de la solución es dar una inyección de intensidad a la creencia en los valores democráticos.
Existe en Francia un desfase entre percepción y realidad: creen que un 31% de la población es musulmana cuando en realidad es un 8%.  Otro error es creer que el problema radica en el texto y no en su interpretación. Los líderes musulmanes de todo el mundo repudian las atrocidades cometidas en nombre del islam. No hay ningún referente ni país musulmán que no las condene. Pero en el mundo crece la apatía y el descreimiento en la democracia y surgen modelos alternativos como el autoritarismo chino, valorado por sus logros económicos, y el populismo en América latina. ISIS, se configura como un polo de atracción que seduce a mil nuevos combatientes cada mes. La democracia ha dejado de ser el único modelo de sociedad que moviliza y cosecha adeptos. El antídoto al fanatismo no es la indiferencia, que debilita la motivación por las grandes causas, sino una inyección de intensidad para las causas nobles con medios nobles que representan Gandhi, la Madre Teresa y Martin Luther King.
Hace falta vivir la democracia, como una causa que puede desaparecer. Hay que movilizarse en su defensa, sin cerrarse en los intereses propios. Defender como no negociables los valores que nos permiten vivir en comunidad, como la libertad religiosa, de asociación, movimiento, expresión, disenso y crítica. Son ladrillos que no pertenecen a ninguna religión. Es esperanzador que  los franceses colmaran las calles sin consignas islamofóbicas, bajo la bandera de la defensa de la libertad. Es una intensidad democrática que representa la mejor respuesta. Si no lo hacemos está el riesgo del que habló Butler Yeats: “Los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad”.
¿Y los servicios de inteligencia?  Charlie Hebdo era un blanco designado de Al-Qaeda y los hermanos Kouachi estaban implicados en actividades jihadistas. Cherif, fue a la cárcel en 2008. Desde hacía años ambos figuraban en la lista de Estados Unidos, que cataloga a quienes no pueden entrar al país ¿Por qué  no fueron monitoreados? ¿Por qué no aumentó la protección a Charlie Hebdo? Hace tiempo, la policía y la justicia desmantelaron centenares de grupos y desestimaron posibles atentados. Centenares de individuos son vigilados y decenas de personas encarceladas. El 85% de las actividades de los servicios de seguridad se concentran en el jihadismo. Vigilar a un individuo todo el día requiere movilizar 20 personas. Los servicios de inteligencia franceses tienen 30.000 agentes destinados a eso, con un costo exorbitante. Dicen que fueron controlados pero que su situación judicial era transparente y no había por qué pensar en la inminencia de un atentado. Si bien Cherif estuvo en prisión, Said carecía de antecedentes. Nunca fue encarcelado. Cuando Said regresó a Francia, evitaron llamar la atención. Llevaban la vida de cualquier ciudadano.
Los gobiernos occidentales saben que es imposible controlar a todos.¿Cómo aumentar el control policial sin violar el secreto de las fuentes, de las investigaciones y de la libertad de prensa. Más control es menos democracia. El desafío de Occidente reside en resolver esa imposible ecuación.
El submundo de los servicios de inteligencia. Son organismos que los gobiernos utilizan contra sus fines originales y que, al accionar en las sombras, terminan teniendo vida autónoma. La Secretaría de Inteligencia es un sitio para pocos. Y el que sabe gobierna. Cada país tiene una: La CIA (Servicio de Inteligencia norteamericano), el Mossad (Servicio de Inteligencia Israelí). La CIA participó en los múltiples golpes de estado en América Latina. El Mossad que “dirige, defiende y garantiza la existencia del Estado de Israel”, secuestró al criminal nazi Adolf Eichmann en la Argentina para ser juzgado y ejecutado. En el socialismo, la KGB en Rusia, la Stasi en Alemania Oriental tuvieron una historia atravesada por torturas y asesinatos. Michael Steven Smith afirmó: “Hoy la CIA es una organización peligrosa. Tiene sus propios drones que asesinan y todos los martes el jefe de la CIA se reúne con el Presidente de los EE.UU para revisar qué personas consideran que deben ser asesinadas. Son los “Martes del terror”. La CIA ha matado desde el 11 de septiembre, incluso a ciudadanos norteamericanos. Creo que la CIA comete asesinatos sin responder a ningún tipo de legislación”.
Otro caso de poder en las sombras fue el jefe del FBI  Hoover. Racista, antisemita y discriminador, no pudo ser desplazado a pesar de los intentos de varios presidentes. Truman lo acusó de convertir al FBI, en una policía secreta. Perseguía a políticos como Roosevelt al que amenazó con revelar infidelidades o a Martin Luther King al que quiso destruir con sus romances extramatrimoniales. Si no fuera tan grave podríamos traer a colación la famosa humorada de Groucho Marx: “La inteligencia de los servicios es a la inteligencia, lo que la música militar es a la música.”
El poder inteligente. El poder duro procede de la fuerza. El blando atrae por la cultura y la buena política. Poder inteligente es querer con eficacia, el querer genera energía y la eficacia la meta. Eficiencia es hacer las cosas bien, eficacia es elegir bien, de nada sirve hacer bien algo sin valor.
El poder inteligente suma las relaciones públicas: hacerlo bien y hacerlo conocer. Al burro se lo gobierna con el poder duro: con anteojeras, riendas y con el palo en el trasero; o con el poder suave de la zanahoria en el hocico. El hombre tiene motivaciones más complejas: fe, ética, valores. Un gobierno debe usar más el poder blando, más atracción y menos coacción. En la 2da Guerra EEUU usó el poder blando ayudando a los perdedores. Pero ganar mentes y corazones sólo con relaciones públicas ignora la regla 1 del marketing: si el producto es malo ni la mejor publicidad lo vende.
En la guerra fría EE.UU usó el poder el duro para disuadir y el blando para erosionar la fe en el comunismo. En Irak intentó democratizar a la fuerza. Promover la democracia y los derechos humanos, se consigue con el poder blando. La URSS destruyó su poder blando desangrando a Hungría y Checoslovaquia. EEUU no pudo convencer a Bin Laden con el poder blando, pero en el Islam las mayorías son pacíficas.
Cómo funciona. El poder inteligente conjuga razón y emoción, plan e intuición, conocimiento e imaginación. EEUU necesita redescubrirlo. Según Nye y Armitage la influencia de EE.UU decayó, debe dejar de exportar miedo e inspirar optimismo y esperanza. Buscar soluciones creativas, combinar el palo con la zanahoria. Sugieren que Guantánamo pesa más –en contra- que la Estatua de la Libertad, que debe cambiar la política exterior con alianzas, instituciones multilaterales, desarrollo, diplomacia de contacto y menos proteccionismo.
La ceguera ideológica es peor que la biológica. Coca Cola tiene un competidor en medio oriente, la gente que rechaza a EEUU no toma Coca Cola. El poder duro afectó la credibilidad. Si las naciones aceptaran a EEUU, aceptarían sus propuestas. Tratados de libre comercio, preferencia por sus universidades, elecciones libres, economía abierta, individualismo, son factores a favor pero compiten con la UE que ofrece sistema parlamentario, estado benefactor, educación pública y diversidad cultural. El poder duro gana batallas pero pierde guerras Los mejores países del mundo instalan en su educación al conocimiento y al capital social como política. Sin hacerlo se usa el 10% de la inteligencia individual y social.
La mente tiene dos servidores: uno trabaja, otro crea. Uno es razonable, y según Bernard Shaw se adapta al mundo, el otro es irrazonable y adapta el mundo a él. El primero es racional, opera con conceptos. El blando es emocional y creador. Lo que falla es el software que los conecta. Al derecho se lo activa sabiendo lo que se quiere, saliendo de la rutina. El humor desbarata la rigidez, leer mueve la estantería del cerebro, como conocer cerebros diferentes. Einstein no pensaba con palabras. En la teoría de la relatividad se imaginó viajando en la punta de un rayo de luz.
El poder blando enciende la chispa y corta el cableado lógico para que los conceptos y las imágenes se conecten. Bernard Shaw concluyó diciendo: “todo el progreso depende del hombre irrazonable”. La psicología cognitiva creció sin estudiar la biología cerebral. Asimiló el cerebro al ordenador, porque ambos manipulan símbolos, prefirió el software ignorando la biología cerebral.
Neurobiología política. Los liberales toleran la ambigüedad y el conflicto mejor que los conservadores. Los conservadores serían más estructurados y los liberales más abiertos. Las diferencias individuales se relacionan con la actividad cerebral. Así Bush fue inflexible en la guerra de Irak y el senador John Kerry, el demócrata liberal, fue indeciso. Se puede esperar que los liberales acepten más las nuevas ideas. La tendencia conservadora a bloquear datos podría ser apta en otra situación. La orientación política está influenciada por la educación y la posición. No se puede leer el pensamiento viendo imágenes, así como el microscopio no supera a la biología. La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro de modificar las redes neuronales con un reformateo continuo regulado por la educación, la cultura y la actividad.
El cerebro social. Formamos parte de grupos cuyo éxito es el nuestro. Todo individuo es un aliado si lo integramos a redes de valor. El amiguismo obstaculiza el camino a la competencia. Los equipos deben integrar la diversidad: individuos creativos generando ideas, analíticos eligiendo las mejores, ejecutivos llevándolas a la práctica y sociales tejiendo lazos internos y externos. Así el todo supera a la sumatoria de sus partes. La clave es que solo no se puede. Dijo John Donn: “cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra. La muerte de cualquiera me disminuye porque estoy ligado a la humanidad, por eso: Nunca preguntes por quién doblan las campanas, las campanas doblan por ti”.
“Aldous Huxley en 1932 escribió “Un mundo feliz”. Allí  predijo una democracia que sería casi una dictadura perfecta; una cárcel sin muros en la cual los prisioneros no querrían evadirse. Un sistema donde, a cambio de consumo y placer, los esclavos amarían su servidumbre”. El desafío de la época agrega el terrorismo, el poder duro que produce un miedo que paraliza al poder blando, el lado creativo de la humanidad. Es natural que el miedo aceche, pero lo peor es la autocensura. Sin embargo existe en la mente de las personas, las hace más cautas y eso es lo grave. No hay recetas mágicas, pero es necesario un “no” incondicional al fanatismo, sin caer en la propuesta de los “ángeles vengadores” tan intolerantes como ellos. Debemos promover un diálogo con los creyentes que no son fanáticos, un grito de la humanidad ante la barbarie. Una apuesta por la civilización.
Dr. Horacio Krell, Director de Ilvem, mail de contacto: horaciokrell@ilvem.com

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