miércoles, 21 de enero de 2015

BERTRAND RUSSELL

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Profesor y mentor de Ludwig Wittgenstein, también perfilado en este blog, Russell ejerció de filósofo, escritor y prominente matemático, además de ser un icono racionalista, un reputado pacifista y un pensador extraordinario.
Este galés de familia aristocrática (su nombre completo es Bertrand Arthur William Russell, tercer conde de Russell), es originario de Trellech, y vivió entre 1872 y 1970. Su vida fue apasionante en todos los aspectos, desde su infancia solitaria en la residencia real de Pembroke Lodge, criado por sus estrictos y moralistas abuelos, a su época universitaria liberal y sus cuatro matrimonios.
Huérfano de padres desde los seis años, pasaba largas horas en la biblioteca de su abuelo, donde fundó su amor por la literatura y la historia, aunque se matriculó en el Trinity College de la Universidad de Cambridge para estudiar matemáticas. Tanto en esta disciplina como en la filosofía, sobresalió por sus aportaciones a la lógica, la epistemología, la metafísica y la ética. Abarcó multitud de campos y tuvo una enorme influencia que le reportó seguidores y detractores por igual.
Una faceta muy interesante de su personalidad fue su pacifismo. En ambas guerras mundiales, ejerció un activismo antibelicista, en la Primera, para manifestarse a favor de acciones de presión si eso ponía freno a la amenaza fascista, en la Segunda. Incluso fue detenido y encarcelado por estas actividades, como por ejemplo por oponerse a la proliferación de armas nucleares; junto con Albert Einstein, firmó un manifiesto contra el uso de estas armas y a favor de la solución dialogada de los conflictos internacionales. Y junto a Jean-Paul Sartre, planteó un tribunal internacional contra los crímenes de guerra, llamado Tribunal Russell. Medió en otros muchos conflictos y trató con intelectuales y políticos para solucionarlos.
Russell también se mostró partidario de una educación libre de prejuicios y de un currículo escolar estricto, en pro de la creatividad y aptitudes de cada niño. Sus declaraciones sobre la libertad sexual también le acarrearon críticas.
Plasmó todas sus inquietudes sociales y sus tesis matemáticas y filosóficas en numerosos artículos, y en obras magistrales como “Principia Mathematica”, “Los caminos de la libertad”, “La conquista de la felicidad”, “El valor del libre pensamiento” o “Misticismo y lógica”. Su pensamiento y su estilo sarcástico y metafórico le hicieron valedor del Premio Nobel de Literatura en 1950.
Bertrand Russell está considerado el filósofo más importante del s.XX en la Filosofía analítica y uno de los lógicos principales del siglo pasado, también. Disfrutemos de sus ideas:

Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas.

En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras.

Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad.

Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos.

El hombre feliz es el que vive objetivamente, el que es libre en sus afectos y tiene amplios intereses, el que se asegura la felicidad por medio de estos intereses y afectos que, a su vez, le convierten a él en objeto de interés y el afecto de otros muchos.

Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar.

Entre todas las formas de cautela, la cautela en el amor es, posiblemente, la más letal para la auténtica felicidad.

Una buena vida es aquella inspirada por el amor y guiada por la inteligencia.

¡Qué agradable sería un mundo en el que no se permitiera a nadie operar en bolsa a menos que hubiese pasado un examen de economía y poesía griega, y en el que los políticos estuviesen obligados a tener un sólido conocimiento de la historia y de la novela moderna!

El mundo necesita mentes y corazones abiertos, y estos no pueden derivarse de rígidos sistemas ya sean viejos o nuevos.

Para llevar una vida feliz es esencial una cierta capacidad de tolerancia al aburrimiento. La vida de los grandes hombres solo ha sido emocionante durante unos pocos minutos trascendentales. Una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de hombres de escasa valía.

Tres pasiones, simples pero abrumadoramente fuertes, han gobernado mi vida: el anhelo de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad.
 
Uno de los defectos de la educación superior moderna es que hace demasiado énfasis en el aprendizaje de ciertas especialidades, y demasiado poco en un ensanchamiento de la mente y el corazón por medio de un análisis imparcial del mundo.

Os deseo una feliz y sabia semana,

Álex Rovira

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