viernes, 5 de diciembre de 2014

Usar el cerebro

¿cómo es que del valor evolutivo que tuvo para nuestros ancestros contar con destreza física para cazar llegamos a una actualidad en la cual podemos leer las noticias por Internet, mientras mandamos un mensaje de texto y escuchamos música? 
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El pasado mes ofrecimos junto a Editorial
Planeta una charla a cargo del Dr. Facundo
Manés - neurólogo y neurocientífico
- sobre la importancia del uso del cerebro
para una vida mejor.
Compartimos con ustedes un fragmento
del libro del Dr. Manés sobre la evolución
de nuestro cerebro.
“Existen ciertos rasgos de nuestra anatomía
y de nuestra fisiología que son propios
de nuestra especie. De esos rasgos
diferenciados, dos de los más llamativos
son nuestro gran cerebro y ciertos comportamientos
que a partir de él se originan.
Nuestra conducta resulta sorprendentemente
distintiva al compararnos con las
demás especies que habitan actualmente
nuestro planeta. A grandes rasgos,
parece evidente que poseemos una capacidad
para razonar mucho más desarrollada,
que ha permitido que surgieran
un gran número de avances tecnológicos
que empezaron hace muchos miles de
años con la fabricación de herramientas.
También es notable que seamos la
única especie del planeta que tiene arte,
incluyendo aquí una amplia gama de manifestaciones
como la poesía, el dibujo, la
escultura, entre otras.
Más aún, somos la única especie con
sentimientos religiosos.
La especie humana es la única capaz de
hablar, de escribir, de leer, de plantearse
preguntas e intentar respuestas sobre
esas preguntas.
Cuando le presentamos a la biología
estos interrogantes acerca de nosotros
mismos, acerca de cuál es la razón de
nuestro singular comportamiento, la respuesta
parece ser que somos humanos
porque ha habido un aumento del volumen
de nuestro cerebro, con el consiguiente
aumento en el número de neuronas
y de sus conexiones.
Sin embargo, el incremento del tamaño
del cerebro no es suficiente para explicar
las habilidades mentales de nuestra
especie.
No existe una respuesta definitiva acerca
de por qué se produjeron estos cambios
anatómicos y funcionales. Sin embargo,
la clave para aproximarse a esta problemática
es pensarlo en función de la supervivencia
y de la selección natural.
Para nuestros ancestros, del mismo modo
que para los animales, poder tener un
control de sus sistemas de percepción
y de su sistema motor implicaba contar
con los recursos necesarios para sobrevivir
en determinado medio ambiente.
Pero ¿cómo es que del valor evolutivo
que tuvo para nuestros ancestros contar
con destreza física para cazar llegamos a
una actualidad en la cual podemos leer
las noticias por Internet, mientras mandamos
un mensaje de texto y escuchamos
música?
Nuestro cerebro no ha cambiado en
cientos de años y, sin embargo, somos
capaces de resolver problemas actuales
que no existían ni siquiera hace un siglo.
Muchas de nuestras actuales capacidades
son un efecto secundario accidental
del proceso evolutivo.
El cerebro, como resultado de la experiencia,
posee la habilidad de modificarse
a sí mismo y consolidar así una nueva
memoria o aprendizaje.
Más allá de que nunca se pueda saber
con certeza la serie de eventos que llevaron
al estado actual de nuestro cerebro,
el hecho de que organismos que
conviven con nosotros tengan sistemas
nerviosos de los más simples a los más
complejos, es una fuerte evidencia de
que el cerebro evolucionó a través de
nuestros ancestros perdidos desde estados
más simples a otros más complejos.
Y, de alguna manera, como parte de este
proceso evolutivo, se produjo el más importante
y misterioso de todos los fenó-
menos naturales: la conciencia humana.”
Fuente: Usar el cerebro - Conocer nuestra mente
para vivir mejor | Facundo Manés 

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