martes, 16 de septiembre de 2014

Una vida significativa

http://ignaciofernandez.blogspot.com/2014/09/una-vida-significativa.html 

Las investigaciones iniciales sobre felicidad asociaron la satisfacción con la vida placentera, aquella marcada por una mayoría de emociones positivas, alegría por sobre tristeza y un predominio del ánimo optimista por sobre el ánimo bajo.

Esta visión de la felicidad se mostró inefectiva para explicar la vida de las personas, pues cerca del 50% de las personas declara sentir un ánimo bajo marcado por emociones negativas o displacenteras. ¿Significa eso que están condenados a la infelicidad? Con la idea anterior así era. Los investigadores se dieron cuenta que la idea de felicidad asociada solo a emociones positivas era estrecha y dejaba fuera a muchas personas.

¿Qué pasa con las personas que reportan tener una vida llena de trabajo con sentido, de alta significación, no obstante su estado de ánimo no es alegre ni optimista? ¿No son felices? ¿O esos padres que trabajan intensamente para mantener a duras penas a sus hijos y con sacrificio y entrega logran que sean profesionales, no obstante su vida ha estado marcada por el rigor, escasos espacios para el disfrute y poca posibilidad de alegría duradera? ¿Tampoco son felices?

Conceptualmente la idea de felicidad quedó chica, pues al ser sinónimo de vida placentera redujo mucho los diferentes aspectos que nos hacen felices a las personas. Como dice Martin Seligman, la Psicología Positiva está actualmente orientada a la teoría del bienestar y a la promoción del desarrollo humano, más que la orientación a la felicidad que tuvo en los inicios del 2000. Los indicadores del bienestar y desarrollo humano se asocian al florecimiento individual, relacional y social.

La idea de bienestar y florecimiento humano contiene las cinco dimensiones del modelo PERMA de Seligman (P de emociones positivas, E de engagement o entrega, R de relaciones positivas, la M demeaning o sentido y la A de achievement o logro).  La felicidad sería uno de los indicadores de la P, las emociones positivas y su dulce sabor de vida placentera, alegría, luminosidad, expansión y optimismo.

Lo interesante es que existen personas que alcanzan un valor promedio en emociones positivas, no particularmente alegres, con un estado de ánimo más bien estable e incluso plano, y una percepción personal de alto bienestar. Es decir, respecto de PERMA muestran bajas emociones positivas y, a la vez, tienen alto nivel en entrega, sentido, relaciones significativas o logro.

Concentremos la atención en personas con un alto nivel de entrega por los demás, donde aquello que hacen va más allá del ego y el fruto de su acción sirve y beneficia a otros, no obstante en su cotidianeidad no haya demasiadas emociones positivas. Por ejemplo, una persona que es la encargada de una casa de acogida de niños huérfanos, operando como padre-madre sustituta. O esas personas que sienten que tienen una misión que cumplir en el mundo mediante el ejercicio de una profesión u oficio que nos les gusta especialmente, aunque se sienten mandatados a hacerlo, dejando una borra cotidiana de tedio, aunque cargada de sentido trascendente. O ese empresario que está obsesionado con el logro de la riqueza en sí misma y que hace todo por conseguirlo, no obstante su vida puede ser difícil, solitaria y poco placentera por la propia mirada ascética de la vida.

La felicidad no deriva sólo de una vida placentera. Es uno de sus componentes y, probablemente, no el más importante. La percepción de bienestar y crecimiento personal tiene más que ver con llevar adelante una vida significativa, es decir, una vida de entrega a objetivos transpersonales que vayan más allá del yo, con relaciones sociales relevantes y cuidadas, y con un proyecto de vida claro respecto del sentido que se está construyendo.

Son muchas más las personas que transitan los caminos de la vida significativa que las personas que sienten una vida placentera. El óptimo sería que ambos fuesen de la mano, no obstante el bienestar deriva primordialmente de una vida con sentido, con significación social del propio quehacer, una interpretación trascendente de los roles que ejecutamos en el mundo exterior y la construcción de vínculos empáticos con los otros.

¿Quién es más feliz, una persona con una vida placentera y carente de entrega a otros y sentido, o una persona que trabaja con esfuerzo, dedicación y rigor aunque su vida tenga poco disfrute y positividad? Al final del día, ¿quién se sentirá mejor con la vida?


El bienestar personal está marcado por una vida significativa, más que por una vida sólo de emociones positivas y disfrute egocéntrico. Ello se movería sólo en la línea hedonista. El servicio, la entrega a otros y la empatía son el trazador de una vida significativa, ya sea mediante el trabajo, la familia, las relaciones significativas o el logro. El florecimiento humano es mucho más que emociones positivas. Es acción con significado, sentido, servicio, entrega, gratitud, compasión y empatía. Desde el yo a los otros, amorosamente.

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