domingo, 14 de septiembre de 2014

Tomando Conciencia De Quién Soy

http://www.claseejecutiva.cl/blog/2014/09/tomando-conciencia-de-quien-soy/ 

En la medida en que avanzamos en el conocimiento de nosotros mismos, podemos empezar a comprender mejor lo que les sucede a otros.


INTELIGENCIA INTRAPERSONAL

En esta clase revisaremos la inteligencia personal en sus dos formas: la inteligencia interpersonal, capacidad para entender a las otras personas, lo que les motiva, cómo trabajan, cómo trabajar con ellos de forma cooperativa, y la inteligencia intrapersonal, capacidad relacionada con la anterior, pero orientada hacia dentro. Esta última es la capacidad de formarse un modelo ajustado, verídico de uno mismo y de ser capaz de usar este modelo para desenvolverse eficazmente en la vida.
Las inteligencias personales constituyen la base de las competencias personales, punto de inicio de cualquier cambio en el aprendizaje emocional, se manifiestan más tarde en el desarrollo de una persona y pueden considerarse capacidades de procesamiento de la información, una dirigida hacia dentro —inteligencia intrapersonal— y la otra hacia fuera —inteligencia interpersonal.
La inteligencia interpersonal se construye a partir de una capacidad nuclear para sentir distinciones entre los demás: en particular contrastes en sus estados de ánimo, motivaciones e intenciones. A un adulto le permite leer las intenciones y deseos de los demás.
El uso adecuado de la intuición y las corazonadas tiene que ver con nuestra capacidad para sentir los mensajes de nuestro ser interior Para algunos ejecutivos, una decisión intuitiva no es más que un análisis lógico inconsciente.
La inteligencia intrapersonal se refiere al conocimiento de los aspectos internos de una persona, el acceso a la propia vida emocional, la capacidad para discriminar entre las emociones, ponerles nombre y recurrir a ellas como medio de interpretar y orientar la conducta.
Podemos observar que hay una interacción continua entre estos dos tipos de inteligencias personales; en la medida en que avanzamos en el conocimiento de nosotros mismos, podemos empezar a comprender mejor lo que les sucede a otros y también puede suceder a la inversa, es decir, a través de la interacción con los demás profundizamos acerca de lo que somos y queremos realizar.

QUIÉN Y CÓMO SOY

Según Hendrie Weisinger: “La clave para gestionar a otros de manera efectiva es manejarse uno mismo primero. Cuanto más conoces de ti mismo, más puedes relacionarte con los demás, desde una posición de confianza, seguridad en uno mismo y fortaleza” .
Esta es la primera aptitud de la inteligencia emocional (IE). Comienza con que si usted no logra conocerse a sí mismo, a estar consciente de cuáles son sus fortalezas y debilidades, aprende a identificar sus estados de ánimo y las consecuencias que pueden tener en su comportamiento, difícilmente podrá controlar sus reacciones y utilizarlas productivamente.
Tampoco podrá comprender bien el comportamiento de los que le rodean, identificar sus sentimientos y emociones, ni podrá actuar con efectividad en sus relaciones interpersonales, todo lo cual resulta esencial en el trabajo de dirección.
Una vez que somos capaces de reconocer nuestros diferentes sentimientos, nuestra posibilidad de controlarlos es mucho mayor. ¿Por qué es importante hacerlo? Porque el estado anímico influye en gran medida en lo que uno hace.

ESCUCHANDO LAS EMOCIONES

Nuestras emociones pueden proporcionarnos información valiosa sobre nosotros mismos, sobre otras personas y sobre determinadas situaciones. Ser consciente de nuestros sentimientos y comportamiento, así como de la percepción que los demás tienen de nosotros, puede influir sobre nuestras acciones de forma que repercutan en beneficio propio.
Haber descargado nuestro mal humor sobre un compañero de trabajo puede indicarnos que nos sentimos abrumados por un exceso de trabajo. Sentir ansiedad ante una próxima exposición, que necesitamos preparar mejor nuestros datos.
Si escuchamos la información que nos proporcionan las emociones, podemos modificar nuestras conductas y pensamientos con el fin de transformar las situaciones. Por ejemplo, en el caso de un exabrupto, podríamos ver la importancia de tomar medidas para reducir nuestra carga de trabajo, organizar mejor la misma o regular su proceso.
Para poder controlar nuestra irritabilidad debemos ser conscientes de cuál es el agente desencadenante y cómo es que surge tan poderosa emoción, solo entonces podemos aprender a aplicarla y a utilizarla de forma apropiada.
En resumen, las emociones desempeñan un papel importante en el ámbito laboral. La clave está en utilizarlas en forma inteligente, que es lo que se quiere expresar con la inteligencia emocional: hacer deliberadamente que nuestras emociones trabajen en beneficio propio, de modo que nos ayuden a controlar nuestra conducta y nuestros pensamientos para obtener mejores resultados.
La inteligencia emocional se puede alimentar, desarrollar y aumentar, no se trata, pues, de una cualidad que se tiene, o no se tiene.
Lo importante es saber sintonizar con la abundante información que nos proporcionan nuestros sentimientos, sensaciones, valoraciones, acciones e intenciones. Al procesamiento de todos estos datos es a lo que llamamos autoconciencia.

EL PODER DE LAS INTUICIONES

En la vida, muchas veces nos enfrentamos a decisiones muy complejas y nada parece tan claro como lo visto en forma teórica: “Dado esto, automáticamente se dará esto otro…”. En el día a día tenemos que solucionar problemas como a quién promover, con qué compañía fusionarnos, qué estrategia de márketing seguir, etc.
Cuando tomamos este tipo de decisiones, nuestras “corazonadas” —lo que sentimos en lo más íntimo como correcto— nos dan información crítica que no debemos desechar si no queremos arrepentirnos.
La habilidad para saber descifrar estos elementos tiene sus raíces en la evolución del cerebro humano. Las áreas involucradas en estas intuiciones son mucho más antiguas y profundas que las áreas cognitivas.
El cerebro acumula diferentes aspectos de una experiencia en diferentes áreas y es en la amígdala donde se encuentran las emociones y las experiencias adquiridas.
Cada vez que tenemos una preferencia acerca de una experiencia, es la amígdala la que nos proporciona esta información. Esta capacidad, como otros elementos de la inteligencia emocional, se puede ir fortaleciendo con las experiencias de la vida.
Por este mismo hecho, no es tan fácil para las personas jóvenes como lo es para las mayores tener estas intuiciones. Esto, habitualmente, es lo que llamamos “sabiduría”.
En síntesis, es muy conveniente incorporar al proceso de toma de decisiones la consideración adecuada de nuestras corazonadas, lo que los americanos llaman “gut feelings”. Para algunos ejecutivos, una decisión intuitiva no es más que un análisis lógico inconsciente.
El uso adecuado de la intuición y las corazonadas tiene que ver con nuestra capacidad para sentir los mensajes de nuestro ser interior y de nuestra memoria emocional. En otras palabras, es ser capaces de usar exitosamente nuestra reserva de sabiduría.
Esta habilidad se encuentra en el centro del autoconocimiento, el cual es esencial en tres de las competencias emocionales:
• Conciencia emocional. Reconocer las propias emociones y sus efectos.
• Autoevaluación precisa. Conocer las fuerzas y debilidades propias.
• Confianza en uno mismo Certeza sobre los valores y facultades que uno tiene.
Las personas dotadas de esta aptitud:
• Saben qué emociones experimentan y por qué.
• Perciben los vínculos entre sus sentimientos y lo que piensan, hacen y dicen.
• Reconocen qué efecto tienen esas sensaciones sobre su desempeño.
• Conocen sus valores y metas y se guían por ellos.
¡Hasta el próximo domingo!
La ayudante de este curso es Claudia Papic, executive MBA UC y magíster en Ciencias Biológicas U. de Chile.
Si escuchamos la información que nos proporcionan las emociones, podemos modificar nuestras conductas y pensamientos con el fin de transformar las situaciones.

ESCRIBIENDO SOBRE NUESTRAS EMOCIONES

Hay un estudio fascinante que se menciona en un libro basado en las enseñanzas de James Pennebaker, psicólogo de la Universidad de Texas, en Austin, especialista en journaling. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir, básicamente, escribir sobre las emociones, como quien escribe un diario. Es una práctica consciente que se expresa por la escritura. Se hizo un experimento con un grupo de personas despedidas que estaban buscando un nuevo empleo. Había un grupo de control que no escribía nada. Se pidió al grupo participante en el experimento que escribiera sobre sus emociones durante 20 minutos al día, un total de cinco días consecutivos. A fin de cuentas, fueron 100 minutos de escritura consciente. ¿Qué sucedió después de eso? Pasados ocho meses, en el grupo de control en que nadie escribió nada, cerca del 26% de las personas habían conseguido empleo. En el grupo que participó en la experiencia escribiendo sobre sus emociones, cerca del 65% de las personas consiguieron una nueva colocación. Eso es simplemente espectacular. Son 40 puntos porcentuales de diferencia en 100 minutos de intervención no invasiva. En ciencias sociales, una diferencia del 3% es considerada estadísticamente significante, se publican los resultados y te sientes entusiasmado. ¡Pero estamos hablando de una diferencia del 40%. Es sorprendente!
Fuente: Basado en www.wharton.universia.net

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