martes, 9 de septiembre de 2014

¿Las expectativas pueden ser positivas?

http://www.rinconpsicologia.com/2014/09/las-expectativas-3-razones-para.html 

La filosofía budista hace referencia a la “mente expectante” para referirse a aquellas personas que simplemente esperan algo pero no ponen manos a la obra para lograrlo. Desde esta óptica, las expectativas serían tan inútiles como una danza india para llamar la lluvia. De hecho, serían contraproducentes porque cuando no se cumplen, solo sirven para generar dolor y sufrimiento, irritación y tristeza.

En realidad, las expectativas no son sino una suposición de cara al futuro, una probabilidad de que algo suceda. Es una anticipación basada en algunas pistas que hemos extraído de la realidad. En este sentido, las expectativas no son dañinas en sí ya que nos ayudan a formarnos un cuadro de lo que podría ser el futuro y a prepararnos para este.

Sin embargo, el problema radica en que en nuestra vida cotidiana no actuamos como matemáticos sino que asumimos muchas de nuestras expectativas como si fueran una verdad absoluta, como si fueran un hecho que va a ocurrir (sí o sí). Como no nos damos cuenta de que se trata simplemente de una probabilidad, cuando estas no se cumplen nos sentimos frustrados.

Por eso, en el budismo se hace tanto hincapié en aprender a dominar nuestras expectativas, en abrirnos realmente al mundo y no anticiparnos de manera expectante porque esto nos lleva a adoptar una actitud poco realista que, a la larga, solo sirve para hacernos daño.


Las ventajas de aprender a dominar tus expectativas


1. Asumes la responsabilidad por tus decisiones. Las expectativas no son hechos, son simples probabilidades, comprender esta diferencia, que no es meramente terminológica, nos permitirá tomar las riendas de nuestra vida. Eso significa que si deseas que ocurra algo, debes asumir una actitud proactiva y dar los pasos que sean necesarios para que ese deseo se convierta en realidad, no esperar pacientemente a que los demás adivinen qué quieres o esperas de ellos.

Paradójicamente, esperar menos y actuar más nos permite retomar el control pero sin sentirnos agobiados ya que implica una mayor confianza en nuestras potencialidades y un mayor autoconocimiento. Las personas que no se sientan a esperar a que los demás cumplan con sus expectativas sino que salen a luchar por lo que quieren, no suelen adoptar el papel de víctimas o mártires sino que se encargan de que las cosas sucedan.

2. Separas tus deseos de tus deberes. La mayor parte del tiempo funcionamos en piloto automático asumiendo la “mentalidad de la manada”; es decir, nos dedicamos a hacer nuestros deberes. Sin embargo, los deberes no son más que las expectativas impuestas por los demás, por el grupo o la sociedad.

Cuando no cumplimos con nuestros deberes, nos sentimos culpables. Pero si cumplimos con ellos esperamos una recompensa y cuando esta no llega, nos enfurecemos. De una forma u otra, siempre llevamos las de perder porque estamos inmersos en un peremne estado emocional negativo. Sin embargo, deshacerse de nuestras expectativas también implica comprender que no necesitamos satisfacer las expectativas de los demás. Y se trata de un proceso liberador a través del cual entras en contacto con tus verdaderos deseos y pasiones, que son dos ingredientes fundamentales para lograr lo que te propones en la vida.

3. Disfrutas más del presente. Las expectativas están conformadas por retazos del pasado, que nos han servido para realizar la predicción, y por deseos para el futuro pero lo cierto es que no contienen ni una pizca de presente, que es lo único que realmente tenemos. Las expectativas sin acción solo sirven para encerrarnos en la trampa del futuro, nos limitan al papel del ajedrecista que está sentado a la espera del movimiento de su adversario, mientras por su mente pasan todas las posibles jugadas para contraatacar. Solo que en la vida, asumir durante demasiado tiempo el papel del ajedrecista significa dejar que el presente se nos escape.

Además, a menudo las expectativas se convierten en unas gafas que nos impiden ver el mundo con claridad. Al esperar algo, podemos desaprovechar otras oportunidades, como si estuviéramos en el andén de una estación esperando un tren que nunca llega y, mientras tanto, dejamos que los otros se marchen. Al contrario, tener expectativas realistas nos permite vivir en el presente, construirlo y aprovechar las oportunidades que este nos brinda.

La decisión es tuya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario