lunes, 8 de septiembre de 2014

Empezar la casa por el tejado (Emprender vs. Intraemprender)

http://www.antoniflores.com/empezar-la-casa-por-el-tejado-emprender-vs-intraemprender/ 

Como observador contemplo con distancia buscada el fenómeno del emprendimiento. Lo vivo con ambigüedad, me reconozco en él y reconozco muchos de sus peligros: De joven fui emprendedor vocacional y mi vida profesional se ha visto influenciada por ello; también sé, que esta moda/burbuja del emprendimiento lanza “a los leones” a cientos de jóvenes con talento y energía que se perderán en el esfuerzo. Un emprendedor joven es como una bomba de relojería: La máxima energía con el mínimo de experiencia.
Estoy convencido que fomentar  el emprendimiento como medida (entre otras) del autoempleo y reducción de las cifras del paro puede ser contraproducente: Cuanto más fomentamos el emprender, más vaciamos a nuestras empresas del capital humano y la energía necesaria para avanzar, ganar en dimensión y competitividad. Sin capital humano emprendedor dentro de las empresas,( lo que se conoce como intraemprender)  es imposible ganar dimensión y competir; es el volumen de su capital “emprendedor” lo que diferencia una empresa excelente, de una empresa única.
Fomentar y potenciar el emprendimiento (en especial en los jóvenes), puede traer como consecuencia la debilidad del capital humano de las empresas estructuradas, de aquel que es capaz de avanzar en los proyectos, generar nuevos flujos de riqueza y hacer (en definitiva) que las empresas sigan creciendo y ganando dimensión más allá del equipo fundacional. Las políticas de emprendimiento pueden cortar el flujo de entrada de los jóvenes con talento y energía emprendedora en las empresas, por considerar mejor opción emprender a título personal.
Intraemprender y emprender no deberían ser excluyentes, casi como un oximoron;  estoy convencido que en esto del emprender,  hemos empezado” la casa por el tejado”; nos hemos fijado en una de sus facetas: “emprender”,  declinada en primera persona del singular (yo emprendo con migo mismo y mi circunstancia), que apela a nuestro sentimiento y acción más heroica, enfrentándonos “solos ante el peligro” y apelando al sacrificio personal y a nuestra capacidad de resilencia y aguante. Hemos (todos) olvidado (o relegado a una segunda acción) el intraemprender, mucho más natural, adaptado y contextualizado que el emprender; sin duda menos anárquico y heroico que el emprender, pero con muchas más probabilidades de éxito, de impacto social y de “motor” de empleo y dimensión empresarial.
A menudo olvidamos que solo es posible generar grandes disrupciones  mediante la evolución y el cambio continuo y progresivo;  mediante un orden  y una cadencia concreta de las cosas. Antes que emprender viene intraemprender, antes del yo está el colectivo, antes que los acontecimientos heroicos, está el esfuerzo continuado, contextualizado y rutinario.
La gran disrupción social y del empleo vendrá mediante el intraemprendimiento; el emprendimiento nos trae historias de éxito personal, con generación de riqueza próxima al círculo del emprendedor, pero difícilmente trae un crecimiento estructurado y programado a las necesidades e una sociedad. Intraemprender y emprender se necesitan y complementan…¡pero en este orden!

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