domingo, 17 de agosto de 2014

El Tipo De Sociedad Que Queremos

http://www.claseejecutiva.cl/blog/2014/08/el-tipo-de-sociedad-que-queremos/ 

Sin embargo te advierto que estamos cosidos/ A la misma estrella/Estamos cosidos por la misma música tendida/De uno a otro. (Vicente Huidobro, Canto II de “Altazor”).


MIRAR CON LOS OJOS DEL OTRO

En esta última clase del curso nos ha parecido oportuno reflexionar sobre el país que estamos construyendo desde un punto de vista ético. Es mucho lo que hemos avanzado en los últimos treinta años y, sin embargo, en este tiempo han surgido tensiones y exasperaciones por la distinta forma que tenemos de evaluar nuestras opciones de desarrollo.
Estamos enfrentados por temas de alta relevancia, como la forma de avanzar para lograr una educación de calidad para todos, la mejor manera de recaudar más impuestos o lo que debemos hacer para obtener la energía que necesitamos.
Y no es malo que esto ocurra si de este modo conseguimos tomar en cuenta los distintos actores involucrados y sus puntos de vista en cada uno de estos temas. Pero, al final, se tiene que converger a una decisión, y, en este proceso, el criterio ético de valoración de las distintas alternativas es preguntarnos qué pasa con la persona, su libertad y dignidad, y cómo se ven afectadas las generaciones futuras.
En las actuales circunstancias, un análisis ético de los problemas y de las soluciones que se proponen es aún más relevante.
Va a ser inevitable que distintas personas y grupos se vean influidos de muy distinta manera por estos cambios, por lo que la siguiente pregunta es si se han hecho los máximos esfuerzos para promover la justicia entre nosotros, si las soluciones que finalmente se adopten distribuyen beneficios y costos en forma equitativa y colaboran realmente a lograr mayor equidad.
Los versos de Huidobro lo expresan de un modo elocuente: estamos cosidos a la misma estrella, a la misma música tendida de uno a otro. Es la belleza y la paradoja de lo que significa ser persona: somos diversos, cada uno de nosotros es un universo de esperanza, y sin embargo, solo en el contacto con los demás se completa nuestro ser y se teje nuestro destino común.
Cerremos el curso con unos pocos comentarios sobre algunos desafíos que tenemos como sociedad, los que necesitan de todo nuestro esfuerzo y buena voluntad.
Nuestra vida solo se entiende en relación con los demás. El considerar que somos seres sociales y estamos estrechamente vinculados en virtud de nuestra humanidad nos cambia la mirada de la realidad y nos impele a juzgar nuestro actuar de un modo diferente. Ello podría ayudarnos a terminar con la situación en la que nos encontramos de una sociedad con deseos ilimitados que pretenden convertirse en derechos, y un restringido margen para cumplir con los deberes.
Así nos encontramos con la paradoja de exigir el derecho a comunicarnos vía telefónica de manera eficaz e inmediata, pero queremos las antenas lejos de nuestros hogares.
Queremos tener seguridad en nuestros barrios y exigimos más cárceles, sin embargo no estamos dispuestos a que los recintos penitenciarios estén cerca de nuestros hogares. Queremos comida rápida y muchos bienes y servicios que producen desechos, sin embargo, no estamos dispuestos a tener vertederos cercanos.
Una sociedad que transita solo por la vereda de los derechos termina cada vez más segregada y violenta y siempre, como lo demuestra la realidad, los pobres serán los más postergados.
Desigualdad. En nuestro país hay desigualdades que claman al cielo y que es un deber ético tenerlas presentes a la hora de tomar decisiones políticas y económicas. Urge una sociedad donde cada persona pueda desarrollar sus talentos, independientemente del lugar donde haya nacido y la familia en la que vive. La educación pública es mucho lo que puede hacer en ese campo, como también la privada, en cuanto asuman un rol social más relevante y no se encierren en sus propios logros.
Del crecimiento económico al crecimiento de las personas. Lamentablemente, estos dos crecimientos no siempre van de la mano. Lo difícil que ha sido avanzar hacia una mejor distribución de la riqueza ha llevado a que mientras algunos se preguntan qué carrera van a estudiar, los más se preguntan si podrán estudiar, o, más dramático aún, mientras los menos se preguntan qué van a comer mañana, muchos todavía se preguntan si van a poder comer mañana.

PALABRAS AL CIERRE

Partimos el curso sugiriendo que tenemos que desarrollar una sensibilidad especial para detectar y comprender la dimensión ética de nuestra conducta personal y de nuestras acciones y decisiones como líderes de instituciones y empresas. Lo que hagamos o dejemos de hacer afecta a otras personas y a la sociedad toda. Ello implica para los empresarios y líderes en general, una gran responsabilidad que bien asumida dará grandes frutos.
Lo que proponemos es que incorporar la dimensión ética en nuestra vida es el camino único y seguro para terminar con la inequidad, los abusos, la violencia y los males que aquejan a la sociedad. Y que, en las actuales circunstancias, un análisis ético de los problemas y de las soluciones que se proponen es aún más relevante.
Este es el camino que pretendimos mostrar en este curso y es nuestra esperanza que hayamos podido despertar el interés de alumnos y lectores, y sembrado la inquietud que nos haga preguntarnos “y yo ¿qué puedo hacer?”.
¡Hasta pronto!
La profesora ayudante del curso es Lídice Majluf.
Próximo domingo: Primera clase del curso “Inteligencia emocional para el liderazgo efectivo”.
Proponemos incorporar la dimensión ética en nuestra vida como camino único y seguro para terminar con la inequidad, los abusos, la violencia y los males que nos aquejan.

EL ROL DE LA EMPRESA

La noción de “estar cosidos a la misma estrella”, ampliando los horizontes del propio yo, es básica a la hora de comprender el rol de la empresa en la sociedad y su dimensión ética. Una mirada solamente económica de la empresa es pobre y no le hace honor a toda su riqueza en cuanto generadora de bien para los demás, fuente inagotable de sentido de la vida a través del trabajo y manera única de crecer como persona y de poder formar una familia a través del justo salario. La empresa que entienda y asuma como propia esta responsabilidad superior constituye un factor de desarrollo sin igual del país.

TRABAJAR POR LA JUSTICIA ES EL CAMINO DE LA PAZ

Columna Mons. Fernando Chomali

UN DELINCUENTE NO NACE, SE HACE. POR SU FALTA DE EXPECTATIVAS Y SU MARGINACIÓN, SU NO SENTIRSE PARTE DE UN PAÍS “DESARROLLADO”.

Veo dos opciones para nuestro querido país. O nos encerramos en nuestras casas con puertas de seguridad, dobles y triples chapas, rejas, alambres púas por doquier, cercos eléctricos, guardias privados y adquisición de múltiples seguros, o trabajamos todos y cada uno de nosotros sin descanso para promover más justicia social en Chile. Un delincuente no nace, se hace. Y lo que hace a un delincuente es su falta de expectativas, su pobreza, su ignorancia, su marginación, su no sentirse parte de un país que se jacta de su desarrollo.
Creo que hemos de trabajar arduamente para construir una sociedad más fraterna y más inclusiva. Ello solo será posible si entra en el ADN de la sociedad que sobre los bienes grava una hipoteca social, que sobre el conocimiento adquirido grava una hipoteca social y que la vida es para donarla.
La empresa tiene en esto un gran desafío. Comprenderse, en primer lugar, como promotora de desarrollo de las personas, como artífice de fuentes de trabajos dignos, como articuladora de encuentros auténticamente humanos.
La familia y la escuela tampoco pueden quedar al margen. Una educación que promueve solamente la competencia a costa de dejar personas a la vera del camino es una educación fracasada porque genera jóvenes fracasados.
En la vida no se trata de luchar para llegar primero, se trata de esforzarse para que lleguemos todos juntos. Qué paradoja: mientras en algunas clínicas un paciente está con muchos y especializados médicos y profesionales de la salud, al mismo tiempo hay compatriotas que esperan horas y días en una camilla para que alguien los atienda. Es paradójico que mientras, literalmente, se bota la comida en lujosos restaurantes, en vastos sectores no les alcanza para comer. Le corresponde a la familia ser la gran promotora de la cultura de la austeridad y del compartir con los que menos tienen.
Creo que el problema en Chile no es la falta de recursos. El problema está en cada uno de nosotros. No comprendemos aún que una sociedad auténticamente humana será posible solo si comprendemos que vivimos para los demás y no solamente junto a los demás, y comprendemos que la ética, es decir, la pregunta por el bien actuar, no es un accesorio de la vida en común, sino que es el elemento desde el que pende nuestra sobrevivencia. En la ética y en la solidaridad, y no en la técnica y en la economía, está el futuro de paz que queremos para nuestro país.

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