El empresario Pedro Algorta, uno de los 16 sobrevivientes de la tragedia de los Andes, habló con Infobae sobre volcar por primera vez esta experiencia en un libro, el impacto del paso del tiempo en la memoria y la capacidad humana para sobreponerse a las dificultades.
-¿Por qué se decidió a publicar un libro sobre esta experiencia después de que pasarán 42 años del accidente?
Decidí escribir el libro porque mi historia es distinta a la de mis demás compañeros. Cada uno tiene su interpretación porque lo vivió a su manera y yo sentía que tenía que contar mi vivencia porque no me sentía representado por los demás libros que se han escrito, que son muy buenos, pero no reflejan lo que yo viví. Durante más de 40 años fui elaborando de alguna manera diferentes interpretaciones de las cosas que me habían pasado. También es un homenaje a los que me han conocido haciendo mi vida normal, pero nunca se animaron a decirme nada.
-¿Por qué piensa que no se animaban a preguntarle nada?
Yo no hablaba abiertamente del tema y aún hoy necesito cierta disposición y ciertos ambientes para contar lo qué me pasó. Es un tema que a mí me importa y por eso elijo las situaciones en las cuales hablo. En realidad, pasó el tiempo y siento que para mí fue necesario no hablar del tema durante muchos años. Lo que hice fue guardar la montaña en la mochila y dedicarme a todas las cosas que había que hacer, como criar a mis hijos y trabajar. Mucha gente me conoció y nadie sabía qué era lo que me había pasado. Me daba cuenta que la gente se enteraba de quién era yo, pero nunca me decían ni preguntaban nada.
-Usted en el libro cita la siguiente frase del doctor Facundo Manes: "Uno recuerda las cosas como la última vez que lo contó". ¿Piensa que es así?
No pretendo que las cosas hayan pasado solamente como las describo, porque lo que reflejo en este libro también son 42 años de perspectiva. Los recuerdos son borrosos, difusos, uno tiene imágenes que están mezcladas con cosas que le han contado, con películas que ha visto, entonces creo que nadie puede asegurar que las cosas pasaron de una determinada manera, sino que uno se acuerda de las sensaciones y las emociones que tuvo. En mi caso, y creo que lo que relato es un poco lo que he ido construyendo con 40 años de distancia, esa historia puede ser distinta de las cosas que pasaron.
-¿Cuáles son las particularidades de su libro?
Es un relato donde no hay grandes heroísmos, donde no hay actos espectaculares. Lo que se cuenta es la historia de un muchacho, que tuvo un accidente, que se cayó en la montaña y que tuvo que sobrevivir 70 días. Lo hizo estando en contacto con las necesidades vitales más básicas, ocupado de alimentarse lo mejor posible, de tomarse el pulso, mirándose respirar. El recuerdo que tengo de los 70 días en la montaña es todo eso y lo hice viviendo muy bajito, tratando de estar dentro del grupo, de integrarme, de convivir con mis compañeros. Tenía que estar cerca de los que tenían más poder, porque eran los que tomaban las decisiones.
-Luego de esta experiencia traumática, usted llegó a ocupar posiciones ejecutivas en importantes empresas como Techint y Quilmes. ¿Considera que su historia puede ayudar a las personas a "llevar" sus montañas y tener éxito en la vida?
Cuento mi historia para ayudar a la gente a superar sus propias montañas, porque creo que somos un ejemplo de la capacidad que tiene el ser humano de recuperarse de situaciones complicadas. No sólo salimos de los Andes sino que después del trauma pudimos tener vidas normales. No quiere decir que no hubo secuelas, porque cada ha tenido sus cosas, pero lo sucedido no nos impidió hacer una vida normal. Nos hemos integrado a la sociedad, cada uno ha tenido su carrera, su familia, sus otras montañas. Si nosotros lo pudimos hacer, cualquiera lo puede hacer.
Las montañas siguen allí, de Pedro Algorta (Editorial Sudamericana)
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