domingo, 6 de abril de 2014

Steve Jobs O Viva La Imperfección

http://www.claseejecutiva.cl/blog/2014/04/steve-jobs-o-viva-la-imperfeccion/

No se trata de no tener defectos, sino de desarrollar algún talento.


ERA UN ASSHOLE

Uno de los aspectos que hace más interesante y emocionante al libro “Steve Jobs”, de Walter Isaacson, es que incluye descripciones detalladas sobre sus defectos de acuerdo con quienes lo conocían.
Su juventud fue lejos de ejemplar. Lo probó todo: marihuana, hashish, LSD, ácido, etc. Pudiendo ingresar a la estatal Berkeley o a Stanford donde podía conseguir una beca, presionó a sus asalariados padres adoptivos para que lo matricularan en una de las universidades más caras de los EE.UU., la Reed College.
Reed era conocida en esos años porque los alumnos vivían en un estilo hippie de espíritu libre. Luego abandonó la universidad cuando se dio cuenta de que, a pesar de la onda hippie de Reed, debía asistir a clases y estudiar algunos cursos mínimos.

ESTAFÓ A SU FUTURO SOCIO

A los 20 años estafó a su futuro socio en Apple. El fundador de Atari le encargó diseñar un juego y le ofreció un bono por cada chip menos de 50 que el juego utilizara. Wozniak se emocionó cuando Jobs le pidió ayuda y le ofreció dividirse en dos los ingresos. Jobs le dijo que tenían que hacer el trabajo en cuatro días y con los menos chips posibles.
El trabajo en realidad equivalía a varios meses de un ingeniero normal. Estuvieron cuatro días sin dormir y lo lograron usando solo 45 chips. Muchos años más tarde, Wozniak se enteraría que Jobs le había dado la mitad del salario base y se había quedado con el 100% del bono.
Bastante pronto después de fundar Apple a los 22 años, se transformó crecientemente en un tirano que criticaba a su gente durísimamente, diciéndole por ejemplo “tu diseño es una mierda”. Además, estaba el tema de la higiene: no se bañaba ni usaba desodorante. Tenía la teoría de que su dieta vegetariana lo hacia inodoro, y no había quien lo convenciera de que esta teoría no funcionaba, al menos en su caso.

LO OPUESTO A LO LEAL

A los 23 años, la misma edad que tenían sus padres biológicos cuando lo tuvieron y lo dieron en adopción, el tuvo y negó la existencia de su hija Lisa. Solo un año después del nacimiento de Lisa, Jobs aceptó tomarse un test de DNA para verificar su paternidad.
Se le criticaba a Jobs que era lo opuesto a leal, que abandonaba a su gente cercana. Por ejemplo, la apertura de Apple en la bolsa en 1980 convirtió en millonarios a alrededor de 300 personas que tenían opciones de la compañía por haber participado en su fundación.
Daniel Kottke, amigo del alma de Jobs en la universidad que también trabajaba en Apple, quedó impactado por la frialdad con que Jobs decidió no incluirlo entre los que recibieron opciones. Esto terminó definitivamente la amistad entre ambos.
Se desquiciaba cuando le copiaban. “Confié en ti y ahora nos estás robando”, le gritó a Bill Gates cuando se enteró del desarrollo de Windows. De Google se expresaba en forma similar: “Estoy dispuesto a ir a una guerra termonuclear, voy a destruir Android porque es un producto robado”.
Sin embargo, Jobs, quien citaba el dicho de Picasso “los buenos artistas copian, los grandiosos roban”, era descarado a la hora de robar buenas ideas. La idea de hacer computadores con interfaz gráfica, que también adoptó Microsoft, no la inventó Jobs, sino que la copió a Xerox.
A sus empleados, muchas veces les decía que sus ideas eran pésimas, para luego usarlas como propias. Se incluía como coautor de las mayorías de las patentes tecnológicas que postulaba Apple.
Su comportamiento frente a su gente era lo opuesto a lo que entienden los especialistas como un buen líder. Distorsionaba la realidad e imponía exigencias de cumplimiento de metas imposibles sin importar su efecto en las personas. Provocaba conflictos organizacionales inconducentes. Junto con ser muy sensible emocionalmente, tenía la capacidad de herir profundamente a la gente, y la ejercía.
Respecto a las personas, al igual como en muchas otras cosas, era un extremista, binario, blanco o negro. Una persona podía ser un iluminado o un imbécil, una de dos. Las preguntas a los postulantes a Apple podían ser brutales: ¿eres virgen?, ¿cuántas veces has tomado LSD?
La lista de defectos de Steve Jobs incluida en el libro es larga y en muchas dimensiones: que no usaba patente en su auto, el que estacionaba en lugares reservados para discapacitados, y suma y sigue.
Jobs era un asshole. Detestable o mala onda es una traducción demasiado suave a esta palabra. Les recomiendo leer el bestseller “The No Asshole Rule” del profesor del Departamento de Management Science and Engineering de Stanford Robert Sutton.
Un asshole es alguien que es especialmente eficiente en aprovechar cualquier encuentro contigo para liquidarte la onda, para dejarte con sentimiento de menoscabo, desanimado y sin energía. Hay demasiados assholes dando vueltas en las organizaciones, destruyendo lugares de trabajo que podrían ser civilizados.
El impacto de los assholes es devastador porque de acuerdo con las investigaciones se requieren cinco interacciones positivas para recuperar la energía y felicidad perdida con una sola interacción negativa con un asshole.
Texto guía sin costo para los alumnos matriculados en este curso de “Estrategia”.

VIRTUDES EXTRAORDINARIAS

A pesar de estos defectos comparto la conclusión de Walter Isaacson, que el legado de Steve Jobs es inmenso y que la historia lo colocará en un panteón inmediatamente junto con Edison y Ford.
¿Cómo una persona con tantos defectos pudo hacer un aporte tan grande a la humanidad? La respuesta no es que los defectos al final no eran tales. Tampoco que sus actos condenables fueran necesarios o le ayudaran a ser exitoso.
La respuesta es que Jobs tenía talentos y virtudes extraordinarias, los que compensaban con creces sus defectos.
¿Cuáles eran esos talentos extraordinarios de Jobs que hacían que sus defectos pasaran a ser relativamente irrelevantes a la hora de juzgarlo globalmente? Como decía Bill Gates, el talento de Jobs no era ser un gran ingeniero ni saber programar muy bien. Sus talentos no eran técnicos.
Mi planteamiento es que Jobs fue el más grande estratega de negocios de nuestra era. Por eso recomiendo entusiastamente leer “Steve Jobs” de Walter Isaacson.
Este libro, que es sobre estrategia en vivo, aborda múltiples dilemas de negocios y describe muy amenamente cómo los vivieron Jobs y los que lo rodeaban.

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