martes, 15 de abril de 2014

El Instinto de la Fuerza de Voluntad: Tu cuerpo nació para resistirse al cheesecake

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Primera parte del segundo capítulo del libro “El Instinto de la Fuerza de Voluntad” de Kelly McGonigal.
En este capítulo nos metemos más en la fisiología de la fuerza de voluntad, para entender por qué nos cuesta tanto resistirnos a ciertas tentaciones.


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EL INSTINTO DE LA FUERZA DE VOLUNTAD (Kelly McGonigal)

CAPITULO 2

El Instinto de la Fuerza de Voluntad: Tu cuerpo nació para resistirse al cheesecake

Sabés cuándo te encontraste con un desafío a tu fuerza de voluntad porque lo sentís en tu cuerpo. No es un argumento abstracto entre lo que está bien y lo que está mal. Se siente como una batalla ocurriendo adentro tuyo.

La ciencia está descubriendo que la fuerza de voluntad es una cuestión de la fisiología, y no sólo de la psicología. Es un estado temporario de ambos mente y cuerpo que te da la fuerza y calma para sobreponerte a tus impulsos. Podés aprender a pasar a tu fisiología a ese estado cuando más necesitás a tu fuerza-de-voluntad. También podés aprender a entrenar a la capacidad de tu cuerpo de mantenerse en este estado, de forma que cuando lleguen las tentaciones, tu control instintivo es el autocontrol.


Un cuento de dos amenazas

Para comprender qué ocurre en el cuerpo cuando ejercés tu autocontrol tenés que comenzar por una distinción importante: la diferencia entre un tigre dientes de sable y una cheesecake de frutilla. Lo que tu cuerpo y cerebro hacen para lidiar con cada uno es muy diferente.


Cuando el peligro ataca

Has heredado de tus antepasados un instinto que te ayuda a responder a cualquier amenaza que te requiera pelear o correr por tu vida: la respuesta de pelea-o-huida. Ya conocés la sensación: el corazón se acelera, la mandíbula se aprieta, los sentidos entran en alerta máxima. Esos cambios en el cuerpo no son por accidente. Están coordinados de forma sofisticada mara asegurarse que actúes rápidamente y con cada gramo de energía que tengas.

Esto es lo que ocurre fisiológicamente cuando te encontrás con una amenaza de vida (como ser un tigre dientes de sable): La información que captaron tus ojos primero va hacia un área del cerebro llamado el núcleo amigdalino, que funciona como tu sistema de alarma personal. Este sistema de alarma está ubicado en la mitad de tu cerebro y vive para detectar posibles emergencias. Cuando detecta una amenaza, su locación central le facilita hacer llegar el mensaje a todas las otras áreas de tu cerebro y cuerpo. Cuando el sistema de alarma recibe una señal de tus ojos (u orejas u otro canal sensorial) que hay peligro para tu supervivencia, lanza una serie de señales a tu cerebro y cuerpo que encienden la respuesta de pelear-o-huir. Las hormonas del estrés son liberadas de tus glándulas adrenales. Energía – en forma de grasa y azúcares – es liberada hacia tu torrente sanguíneo desde tu hígado. Tu sistema respiratorio hace que los pulmones bombeen más rápido para alimentar de más combustible - en forma de oxígeno - al cuerpo. Tu sistema cardiovascular se pasa a modo acelerado para asegurarse que la energía en tu torrente sanguíneo llegue a los músculos responsables de pelear o huir.

Mientras tu cuerpo se está preparando para defender tu vida, el sistema de alarma en tu cerebro está ocupado asegurándose que  no interfieras con tu cuerpo. Hace que focalices tu atención y tus sentidos en la amenaza y en tus alrededores, asegurándose de que ningún pensamiento pasajero quite tu atención de la amenaza entre manos. El sistema de alarma también incita un cambio complejo en la química del cerebro que  inhibe a tu corteza pre-frontal, el área de tu cerebro encargada del control de los impulsos. La respuesta de pelear-o-huir necesita volverte más impulsivo. La racional, sabia, y deliberada corteza pre-frontal es puesta a dormir – de forma de asegurarse que no te falle el coraje o sobre-analices tu huida.

La respuesta de pelear-o-huir es uno de los regalos más grandes que la naturaleza le dio a la humanidad: es la habilidad innata de tu cuerpo y cerebro de dedicar toda su energía a salvar tu vida en una emergencia. No vas a gastar energía – física o mental – en nada que no te ayude a sobrevivir a la crisis inmediata. Entonces, cuando la respuesta de pelear-o-huir toma el control, la energía física que hace un momento estaba dedicada a otras tareas, es redirigida a la tarea de la auto-preservación inmediata. La energía mental que estaba enfocada en otras tareas de planificación es redirigida a tareas de vigilancia en el momento presente y de acción rápida. En otras palabras, la respuesta estresante de pelear-o-huir es un instinto de manejo de energía. Decide cómo y en qué vas a gastar tu limitada energía física y mental [y no le importan las consecuencias futuras o a largo plazo de sus acciones; su único foco es la supervivencia inmediata de la amenaza presente].


Un nuevo tipo de amenaza

¿Qué es lo que está ocurriendo en tu cerebro y cuerpo cuando ves una cheesecake de frutilla y te encontrás a ti mismo comiendo un pedazo antes de recordar que estabas a dieta?

Primeramente, tu cerebro está temporariamente tomado por la promesa de una recompensa. En cuanto viste esa cheesecake de frutilla, tu cerebro lanzó un neurotransmisor llamado dopamina desde el centro de tu cerebro hacia las áreas del mismo que controlan tu atención, motivación, y acción. Esos pequeños mensajeros de dopamina le dicen a tu cerebro, “Comer cheesecake YA, o sufrir destino pero que la muerte”; lo cual explica tu movimiento cuasi-automático a ingerir la cheesecake. [Este capítulo del libro “El Poder del Hábito” tiene una excelente descripción de por qué ocurre esto].

Mientras todo esto está ocurriendo, el nivel de tu azúcar en sangre cae. En cuanto tu cerebro anticipó el primer mordisco de cheesecake en tu boca, lanzó un neuroquímico que le dice al cuerpo que retire cualquier energía que esté circulando en el torrente sanguíneo. La lógica del cuerpo es la siguiente: Un pedazo de cheesecake, alto en azúcar y grasa, va a producir una gran elevación del azúcar en sangre. Para prevenir un coma diabético necesitás reducir el azúcar circulante actualmente en el torrente sanguíneo. Pero esta caída del azúcar en sangre puede dejarte sintiendo un poco tembloroso e irritable, haciéndote desear el pedazo de cheesecake aún más.

Aunque pueda parecerte en ese momento que comer la cheesecake es ahora inevitable, tenés el arma de la fuerza-de-voluntad. La Fuerza de Voluntad es tu capacidad de hacer lo que realmente importa, incluso cuando es difícil. Una parte tuya sabe que tenés metas más grandes e importantes que el placer momentáneo que te da la cheesecake, y que la cheesecake es una amenaza para esos objetivos a largo plazo. Esta parte hará todo lo que puede para lidiar con este nuevo tipo de amenaza; este es tu instinto de la fuerza-de-voluntad.

A diferencia del tigre dientes de sable, la cheesecake no es la amenaza real; no puede hacerte nada a no ser que  te la comas. Esta vez el enemigo está adentro tuyo. No necesitás huir de la cheesecake, ni matarla; pero sí necesitás hacer algo con esos deseos internos. El autocontrol requiere un abordaje diferente que la auto-preservación.


BAJO EL MICROSCOPIO: ¿Cuál es la amenaza?

Estamos acostumbrados a percibir a las tentaciones y los peligros como externos a nosotros. Pero el autocontrol apunta el espejo de vuelta hacia nosotros mismos y nuestros mundos internos de deseos, pensamientos, emociones, e impulsos.

Para tu desafío de fuerza-de-voluntad, identificá el impulsointerno que necesita ser frenado. ¿Cuál es el pensamiento o emoción que te hace querer hacer lo que no querés hacer? La próxima vez que te sientas tentado, llevá tu atención hacia tu interior.

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Arrancó intenso el capítulo.

La seguimos la próxima semana.


Victoria

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