viernes, 5 de abril de 2013

tu vida más sencilla

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Cómo conseguir que tu  vida sea mucho más sencilla (en  versión para 'dummies')


“La simplicidad es la sofisticación definitiva” es una frase atribuida tradicionalmente al artista e inventor Leonardo Da Vinci. Por su parte, León Tolstói aseguraba que “no existe grandeza donde no hay sencillez”. Confucio, en la Antigua China, también tenía algo que decir sobre este tema: “La vida es muy simple, pero nosotros insistimos en hacerla complicada”. Sin embargo, la moderna sociedad occidental parece haberse empeñado en deshacerse de todo rastro posible de simplicidad. A pesar de que cada vez gozamos de un mayor número de objetos cuyo propósito es hacernos la vida más fácil, la realidad se presenta de forma mucho más compleja ante nuestros ojos.
Y no sólo porque internet y las nuevas formas de comunicación nos permitan acceder a una cantidad de información infinitamente superior a la de un pasado, sino también porque, en muchos casos, esta está ordenada de forma mucho más alambicada. Algo que ya no repercute únicamente en los diferentes campos profesionales, sino también en lo que atañe a nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, en la cantidad de papeleo que nos exige cualquier trámite administrativo. Pero la burocracia no es únicamente el único ámbito en el que la complejidad parece aumentar sin fin.
En la antigüedad, las personas se alimentaban de la comida que su tierra producía, y apenas reflexionaban sobre los efectos que esta producía. Ahora, hemos de leer multitud de artículos, libros y revistas sobre alimentación para conocer cuál es la comida que mejor se adapta a nosotros. Y, aun así –y este es un factor importante–,ni siquiera podemos afirmar con total seguridad que estemos actuando correctamenteen cuanto que las fuentes se contradicen entre sí. Esto se refleja en campo de la tecnología, donde la complejidad de los aparatos es directamente proporcional a la facilidad de uso que prometen al comprador.
¿Quién no se ha parado a pensar nunca en el escaso rédito que saca a la mayor parte de aplicaciones de su móvil? No es que detestemos la complejidad, ya que nos sentimos fascinados por ella. La ilusión de control que proporciona gozar del mayor número de información estadística posible es buena muestra de ello, como ocurre en el auge del big data, que promete un conocimiento del mundo a través del análisis de datos gestionados de manera informática que habría sido inaccesible desde un punto de vista puramente humano.
La cantidad ingente de información ha hecho que tengamos dudas sobre aquello de lo que estábamos seguros en un pasadoAnte esta peligrosa tendencia, afloran cada vez con más frecuencia en el mercado editorial libros que abordan el tema de la simplicidad. En muchos casos, estos provienen del mundo de la empresa, como reacción al aumento de complejidad en el funcionamiento de las organizaciones que las convierte en entes rígidos. Esta misma semana se ha publicado en Estados UnidosSimple: Conquering the Crisis of Complexity (Twelve), que a partir del estudio del funcionamiento de algunas de las compañías más importantes del país americano, de la Hacienda (IRS) a Google pasando por ING, defiende una tesis muy clara. El funcionamiento de las empresas está invadido por una complejidad creciente, mientras que el consumidor, gracias a las redes sociales, demanda una mayor claridad en su relación con las compañías. Los autores saben bastante de esto, ya que son Alan Siegel, el veterano CEO de la consultora Siegelvision, e Irene Etzkorn, compañera de Siegel.
Empatía, destilación y clarificación
Como si se tratase de una fórmula de éxito, los autores proponen tres conceptos clave con los que superar dicha crisis, y son la empatía, la destilación y la clarificación. En especial, la primera. La complejidad se presenta de forma hostil ante los ojos de los usuarios y consumidores, ya que la cantidad ingente de información que reciben se interpone, como un muro, entre la empresa y comprador. De esa manera, señalan los autores, las organizaciones han dejado de percibir las necesidades y expectativas de los ciudadanos. Por ejemplo, cuando han de enfrentarse a un contrato kilométrico, plagado de cláusulas y letras pequeñas, que lo único que consigue es generar desconfianza en el usuario, que entiende que tal cantidad de información sólo puede ser una manera de engañar al usuario.
Esto afecta también al lenguaje que las compañías utilizan. En su afán por presentar toda la información en términos relacionados con lo cuantitativo, y no con lo cualitativo, generan documentos que “ningún ser humano puede entender”, en palabras de los autores. ¿Qué ha quedado al margen, según Siegel? El sentido común y la utilidad.
Los abogados y tecnólogos son la raíz de toda complejidadLos autores señalan a los dos principales culpables de este nuevo estado de las cosas, que ya no son aquellos viejos burócratas que solían aparecer en las pesadillas de Franz Kafka: los abogados, tecnólogos y legisladores, descritos como “la raíz de toda complejidad”. Los autores recuerdan que la complejidad puede ser muy útil a la hora de que una empresa adopte comportamientos abusivos, o para producir leyes tan ambiguas que puedan ser interpretadas en el sentido que más interesa. Como señalan Siegel y Etzkorn, la complejidad es “el camino de los cobardes”.
Los otros dos componentes esenciales para una mayor sencillez son la destilación y la clarificación. La destilación, porque obliga a eliminar todo lo accesorio y concentrarse en la esencia de la empresa y organización. La clarificación, porque facilita el uso de determinados productos o servicios, mejorando la relación con el consumidor. La conjunción de estos tres factores puede significar un importante salto de calidad para una empresa, ya que aquellas que consiguieron cumplir con dichos objetivos mejoraron sus resultados. Los autores utilizan como ejemplo el caso de Trader’s Joe, una cadena de supermercados americana que hace unos años decidió reducir la variedad de sus productos al mínimo y ofrecer sólo aquellos que realmente interesaban al consumidor. Desde entonces, la firma ha superado a muchos de sus competidores.
Invadidos por la complejidad
En la charla que impartió en el TED, el investigador del MIT y divulgador John Maedaseñaló cómo al mismo tiempo que las marcas de ropa, agencias de viaje y programas de televisión abogan por la sencillez en sus eslóganes, la realidad es muy diferente. La explicación es sencilla. “Como seres humanos, amamos la complejidad, y nos encantan las relaciones”, señalaba el diseñador. Por eso preferimos utilizar como fondo de pantalla la fotografía de un atardecer con tonos rojizos y turquesas antes que un cielo azul raso. Vivimos instalados en una paradoja: queremos aparatos sencillos, pero nos sentimos fascinados por la complejidad, y por eso, indica Maeda, queremos aparatos capaces de realizar todas las funciones que se nos puedan imaginar, aunque nunca lleguemos a usarlas.
La sencillez consiste en sustraer lo obvio y añadir lo significativoResponsable de la Escuela de Diseño del MIT, Maeda apuesta por la sencillez tanto en el campo en que es especialista como en otros aspectos de la vida, y por ello publicó hace unos añosThe Laws of Simplicity (The MIT Press), en el que proporciona una serie de estrategias para trasladar la simplicidad a nuestro día a día. “La sencillez consiste en sustraer lo obvio, y añadir lo significativo”, indicaba el joven artista de origen asiático. Se trata, por decirlo de otra manera, de reducir el ruido, que según la teoría de la información, sería todo aquello que es prescindible e interfiere en el mensaje. Ruido sería la palabrería empleada en muchos contratos, pero también la infinidad de opciones inútiles de un aparato electrónico o la información repetida en un artículo periodístico. En definitiva, como el propio autor afirma, la sencillez es salud.
La clave se encuentra en revertir ese proceso constante de adición y comenzar a quitar cosas. Ese es el tema principal de The Laws of Subtraction: 6 Simple Rules for Winning in Age of Excess Everything (Mc-Graw Hill), en el que el coach Matthew May proporciona una serie de consejos para hacer nuestra vida más fácil. En un sentido semejante al de Maeda, el autor señala que cuantos menos elementos utilicemos en nuestra vida, mejores resultados obtendremos y más acertadas serán nuestras decisiones, puesto que se centrarán en lo esencial y no en lo accesorio. La vida contemporánea sufre de un problema de exceso, indicaba May. Muchos de estos defensores de la sencillez suelen referirse a Steve Jobs y Apple como modelo a seguir, al haber convertido la simplicidad en su imagen de marca. Pero también surge entre sus referencias el escritor y filósofo del siglo XIX Henry David Thoreau, el hombre que se internó en los bosques de Walden Pond, y que dejó escrito: “Nuestra vida se desperdicia en los detalles. ¡Simplicidad, simplicidad!”

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