miércoles, 3 de abril de 2013

Nacido para emprender

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Nacido para emprender

Jerry Haar

Jerry Haar es profesor, investigador y consultor de Administración Internacional, Planeamiento Estratégico y Mercadeo. Actualmente es Decano Asociado y Profesor de Administración en la Escuela de Administración de Empresas en Florida Internacional University (FIU). También es Investigador Principal del Programa de Inversión Internacional de Columbia University. Antes de asociarse con FIU, fue Investigador Principal y director del Programa Interamericano de Comercio y Trabajo en el Centro Norte-Sur de la Universidad de Miami, así como investigador principal en Wharton School de la University of Pennsylvania. Se graduó cum laude en American University, recibió su maestría en Johns Hopkins University y obtuvo su doctorado en Columbia University. También cursó el Executive Program en la Gestión de Sistemas de Salud de Harvard University. Es autor y co-autor de catorce libros y vários artículos, y ha servido como consultor para empresas públicas y privadas en los Estados Unidos.



Carlos era contador y Miguel, ingeniero civil. Ambos escaparon de Cuba en 1961 y llegaron a Miami, cada uno con menos de US$ 100 en el bolsillo. Carlos entró a trabajar como camarero en un restaurante de la Calle Ocho. Diez años más tarde se convirtió en el administrador del mismo. Miguel encontró empleo en una lavandería. Y tiempo después compró el local y otros 10. 
¿Qué explica los destinos de Carlos y Miguel? ¿La naturaleza, la crianza o simplemente la suerte?
El emprendimiento exitoso es un asunto de genética, de formación y, sí, también de suerte.
Mientras “crianza” puede sonar políticamente correcto y “suerte”, la conclusión de los supersticiosos y los intelectualmente flojos, existe abundante evidencia científica que la genética es el factor explicativo más robusto para aquellos que eligen ser emprendedores y tienen éxito en el camino.
Una de las investigaciones más serias al respecto, realizada por Scott Shane, de la Universidad Case Western Reserve, comparó a gemelos idénticos con mellizos del mismo sexo que comparten 50% de su ADN. Los resultados  fueron abrumadores y mostraron que la tendencia a emprender es hereditaria. Más aún, tener ingresos a través del autoempleo, lo que sugiere que no sólo es genética la tendencia a empren-der, sino también la capacidad de realizarlo con éxito. Shane concluyó que nuestros genes pueden afectar nuestra tendencia a emprender al influenciar los tipos de personalidad que desarrollamos.
Duro y tenaz, oportunista, dotado de habilidades, proclive al riesgo, persuasivo. Estos son algunos de los rasgos de personalidad asociados al emprendedor.
Sin embargo, en el lado oscuro del emprendimiento, Manfred Kets de Vries, psicoana-lista y profesor en INSEAD, revela que muchos emprendedores son extremadamente controladores y suspicaces de la autoridad. Además, son obsesivos con los detalles, colaboran mal y desconfían del mundo a su alrededor. 
¿Y qué hay de la formación? Fisher, Lang-Fox y Shepherd descubrieron que los em-prendedores exitosos sufrieron carencia en su infancia o primera juventud, lo que les proporcionó una capacidad significativa para enfrentar situaciones de estrés. Su resistencia es un factor que les permite una acción emprendedora sostenida.
Entonces, ¿es la herencia el factor determinante del emprendimiento? Por supuesto que no. La naturaleza juega en mayor o menor medida un rol. Por ejemplo, las políticas económicas, tributarias y regulatorias de un país pueden retardar el emprendimiento (Argentina, Venezuela, Zimbabue) o estimularlo (Singapur, EE.UU., Corea del Sur). La abundancia de recursos naturales puede desmotivar, pues resulta más fácil vivir de la tierra o de los subsidios. Por el contrario, naciones pequeñas y sin recursos (Taiwán, Israel, Holanda) no tienen más alternativa que ser ingeniosas y producir bienes y servicios de valor agregado para exportarlos. Finalmente, la cultura juega un rol importante en moldear el emprendimiento, con un impacto positivo en las culturas que asignan un valor elevado a la familia, la fe, la educación y el logro (indios del este,  libaneses, judíos, chinos).
La genética es un correlato fuerte del emprendimiento, pero no es el único. La controversia entre naturaleza versus la formación que rodea el emprendimiento no debiera ser vista como un juego de suma cero. La neurociencia ha validado las características genéticas del emprendimiento. Por ejemplo, los genes DRD4 y COMT interactúan para influenciar la “búsqueda de novedad”, una característica de muchos emprendedores. Sin embargo, el trabajo duro, la perseverancia, el desarrollo de trucos para lograr soluciones imaginativas y la suerte, pueden llevar al éxito y al surgimiento del emprendedor “criado”.
Pese a la floja recuperación económica que estamos viviendo, la actividad emprendedora ha aumentado en 60% en EE.UU. durante el último año, alcanzando su mayor nivel desde 2005, según el último informe del Global Entrepreneurship Monitor. Por cierto, los “emprendedores de nacimiento” tienen una ventaja natural para alcanzar el éxito en proyectos de alta o baja tecnología. El escenario capitalista está abierto a otros que puedan aprender las habilidades esenciales para ser emprendedores y exhibir pasión, motivación, foco, empuje, confianza en uno mismo y la lucha constante por hacer sus sueños realidad.

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