domingo, 14 de abril de 2013

MAMUT O SAPIENS

http://xavierferras.blogspot.com/2013/04/mamut-o-sapiens.html 


Conocí a Albert Riba en una entrevista en ACCIO, hace unos meses. He asistido dos veces
a la presentación de su libro “Mamuts o Sapiens”, la primera en el Círculo de Economía
de Barcelona, y la segunda en Creacció, la agencia de innovación de Vic, hace pocos
días. Siempre es un placer escucharle, y notar las vibraciones que su entusiasmo
 emprendedor transmite y contagia.

Para Albert, la decisión crítica ante los retos de nuestras 
vidas es clara: ¿quieres ser un mamut, o prefieres ser un sapiens? 
Los mamuts se extinguen porque no son capaces de adaptarse a
 los cambios del entorno, mientras que los sapiens no sólo se
adaptan sino que son capaces de cambiar el entorno, de 
modificar el medio para que éste se adapte a ellos. Yo añadiría 
un elemento más: no todos los sapiens son capaces de ello, ni
 todas las tribus de sapiens saben cambiar su medio. Son los 
sapiens emprendedores los que son capaces de hacerlo, y
 son los territorios innovadores, donde habitan algunas tribus específicas, los que 
emergerán como auténticas zonas sapiens del futuro. En esas tribus habitan agentes de
 cambio, como Albert Riba, que con su entusiasmo, crean modelos culturales de 
referencia y contribuyen a la creación de una cultura innovadora extensible a toda la tribu.

Siguiendo con la analogía de Albert,
 y situándonos en una época tan 
apasionante como la prehistoria, dos 
apuntes más: hace unos días fui con mis 
hijos a ver la película Croods
¡Totalmente recomendable para
 los apasionados de la innovación! El film relata cómo una tribu de antiguos sapiens se ve
 obligada a salir de su caverna a causa de un terremoto. Hasta el momento, el miedo era
 su gran aliado. Los sapiens eran devotos del miedo: el padre sapiens enseñaba a sus 
hijos a tener miedo. Ser temerosos de todo era su garantía de seguridad, mientras tuvieran
 la caverna mano. Ante cualquier temor, ruido o sombra del exterior, inmediatamente 
se encerraban en ella, y podían sobrevivir (con hambre y frío, de forma miserable, 
pero sobrevivían). El binomio temor-caverna era el eje de su concepción del mundo. Hasta 
que una aparente tragedia (un terremoto que hunde su gruta) les fuerza a salir al exterior
y a enfrentarse a nuevos retos (que solucionan con aprendizaje y tecnología: aprenden a
 utilizar el fuego, aprenden a vestirse y calzarse, descubren el mar y zonas más 
cálidas, domestican animales…). Moraleja: la falsa seguridad de una oscura caverna 
era una trampa. El desarrollo como especie estaba en la exploración, en el descubrimiento
 de nuevos horizontes… El progreso es un fenómeno emprendedor. Sólo con 
iniciativa emprendedora se avanza hacia el futuro.

Y un tercer apunte: en Semana Santa, 
visité las cuevas de Niaux, en el Sur de Francia.
 Una de las pocas cavernas con pinturas 
prehistóricas originales de 14.000 años de edad.
Invito a todos 
a descubrirlas, en un apasionante viaje filosófico 
a las entrañas más profundas de nuestro origen. 
Tras recorrer casi un kilómetro de laberínticas galerías, con la ayuda de linternas, en lo
más profundo de una inquietante y enfangada cueva, se llega a una gran pared recubierta 
de figuras de renos, bisontes y caballos. Con una impresionante perspectiva, proporcionadas, increíblemente realistas… Es difícil describir la trémula y profunda emoción que me embargó 
ante aquellas muestras de arte plástico paleolítico. ¡Nuestros antepasados de 700 
generaciones atrás me hablaban en primera persona! 

Aquellos hombres recorrían ese kilómetro hasta el fondo con antorchas, en un 
auténtico y estremecedor viaje hacia el más allá, y tomaban su tiempo para realizar obras 
de arte en las entrañas de la tierra. Imagino el miedo terrible que alguno de aquellos 
artistas pioneros debía tener en ese trayecto: si la antorcha se apagaba, jamás podrían salir
 de la cueva y morirían de hambre y locura en la oscuridad. No había indicio de luz para
 guiar hacia la salida. No pintaban en las zonas exteriores, sino en las más profundas 
e inaccesibles de la caverna. ¿Por qué? Probablemente para ponerse a prueba, en una especie 
de viaje iniciático hacia lo inexplorado. El hombre jamás ha podido evitar su atracción por
 lo desconocido, y, a la vez, ha demostrado siempre su fascinación por el arte y la necesidad 
de crear para transcender. Y eso, precisamente eso, es lo que lo ha convertido en ser humano.
Las emociones de esos hombres primitivos cuando avanzaban con antorchas y tizones hacia
 el interior, ¿no eran similares a las actuales de un emprendedor cuando avanza en
 el conocimiento de su modelo de negocio? ¿No existe una conexión intensa, ancestral, 
entre pintar en la oscuridad del paleolítico y lanzar una start-up en la era del silicio?

Creatividad , incertidumbre e iniciativa. ¿Les suena? Grandes lecciones de emprendimiento 
que vienen de lo más profundo de la noche de los tiempos. Nuestros antepasados nos han 
dejado la herencia de la innovación y la iniciativa emprendedora. Quizá el espejismo ha sido el
de los últimos años: falsa comodidad y rutina. Quizá la culminación y el fracaso de la 
edad contemporánea ha sido convertirnos en pequeños mamuts. Quizá la incipiente era 
del conocimiento nos vuelve a impulsar a ser seres humanos, sapiens emprendedores.
 Quizá, realmente, la crisis es la gran catapulta de cambio hacia nuestros verdaderos 
orígenes, hacia nuestra verdadera naturaleza: ser sapiens emprendedores. Y, sin duda,
 Albert Riba nos ayudará a ello.

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