COMPETIR CON LA MENTE
La mente es la casa de las creencias que promueven los pensamientos que conducen a las acciones que emprendemos.
La mente es lo que desarrolla y dirige la estrategia.
La mente provee una imagen e instruye al cuerpo en los movimientos necesarios para actuar.
La mente es el observador que hace las decisiones acerca de la clase de autodiálogo que utilizamos cuando actuamos.
La mente controla nuestra fisiología.
La mente se hace cargo del control emocional.
La mente es la locomotora que conduce al tren!
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“No temáis la grandeza; algunos nacen grandes, algunos alcanzan la grandeza, a algunos
la
grandeza les es impuesta y para otros la grandeza se mantiene como una idea demasiado
grande”.
William Shakespeare
William Shakespeare
Reflexiones de Hargobind Singh* (filósofo, formador de más de mil profesores de Kundalini Yoga, discípulo
de Yogi Bhajan, fundador de la organización World Prem y orador internacional) sobre si la vida que
llevamos responde a nuestros deseos profundos o no, y cómo hacer dle mundo un lugar mejor para vivir.
Diferentes visiones de la grandeza…
Pregúntate a ti mismo cómo definirías la grandeza. Si los bienes materiales o ascender a los pasillos de
poder fueran medidas reales de grandeza, muchos serían aquellos en haber logrado su elusivo alcance y no
estaríamos hablando de ella como un gran ideal al que anhelar. Sin embargo, existe algo mucho más
intangible asociado a la idea de grandeza y la idea misma de que debe formar parte de nuestra estructura
genética como seres humanos.
Seguramente la grandeza debe incorporar la idea de vivir más allá de la mera noción de uno mismo. Hay un
carácter desinteresado en la grandeza donde el yo es importante, pero más aún en el contexto de lo que
uno es capaz de hacer por los demás.
Miremos a aquellos que consideramos grandes personajes de la historia: Nelson Mandela,
Martin Luther King, John F. y Robert Kennedy, la Madre Teresa, Mahatma Gandhi y quizás algunos más
recientes que han trabajado por salvar el planeta, o aquellos como Daniel Barenboim y Edward Said que
a través de la música y de sus de orquestas juveniles han tratando de cerrar la brecha entre los puntos de
vista políticamente contradictorios de Israel y Palestina. Ellos fueron y son hombres y mujeres que se
han cogido con valentía a un pensamiento para hacer de este mundo un mejor lugar en el que vivir y
que estaban dispuestos a sacrificarlo todo por ese sueño.
La grandeza es la expansión del pensamiento que nos permite alcanzar lo verdaderamente humano en tu
vida. Es el proceso donde el pensamiento humano va más allá de necesidades e intereses individuales,
haciendo posible el rescate de significados más profundos que, cuando todo está dicho y hecho, da
significado a nuestras propias vidas.
La grandeza implica que eres el único responsable de dar significados a tu propia vida. Si tú no lo
haces, ¿quién lo hará? Tú podrías decir, “¿No estamos todos tratando de llenar el vacío de nuestras vidas?”,
“¿No estamos todos interesados en la idea de grandeza, para manifestarla, para trascender lo mundano
y tocar la estrella más alta dentro de nosotros?”. Desafortunadamente, parece que muchos de nosotros
tratamos de alcanzar su carácter esquivo, pero muy a menudo nos perdemos en el camino hacia nuestro
propio autodescubrimiento. Acabamos contentándonos con lo que hemos alcanzado y con haber extendido
nuestro brazo, pero realmente no hemos tocado o comprendido aquello que es del interés de todos como
personas – como individuos y como sociedad.
Como todos los caminos hacia el autodescubrimiento, el camino hacia la verdadera grandeza requiere una
visión distinta, un diálogo distinto. Hay otra medida para ello, y, al final, no es la sabiduría convencional la
que la define. La grandeza es sobre los valores personales y sobre añadir valor a tu vida. Es
necesario bucear profundo en el yo para encontrar aquello que mueve el alma. Por naturaleza, lo que sea
que consideres importante para ti como persona ha de estar libre de conflicto y ser noble de espíritu.
Cómo y qué piensas sobre ti mismo debe dar lugar a creencias que te eleven y te lleven a la acción. Juzgo
mi futura actividad basado en esto, representando lo mejor de quien soy y de lo que soy capaz de hacer.
Su propósito es sacar lo mejor de ti. Por otra parte, cualquier otra interacción que pueda iniciar no representa
mi potencial como ser humano y no favorece a los principios más elevados con los que estoy comprometido.
Todos somos producto de nuestro ambiente y no siempre es fácil romper los vínculos que nuestro entorno y
nuestro aprendizaje impone sobre nosotros. El cambio es difícil y definitivamente requiere que comiences a
verte a ti mismo viviendo una nueva realidad si deseas triunfar en tus esfuerzos. Este acto de
“cambiar el punto de vista”, significa permitirte verte a ti mismo en circunstancias diferentes, frecuentemente,
yendo más allá de lo que has conocido sobre ti mismo y sobre el mundo en el pasado.
Hasta que somos capaces de cambiar los “inputs”, esos trozos y piezas de información que acaban
formando nuestro carácter y nuestra visión del mundo, somos propensos a seguir siendo los mismos,
cada día similar al anterior, cada uno de nosotros atrapado en nuestras propias rutinas individuales y
sujetos al sistema de creencia que hemos adquirido.
Trata de imaginar de lo que estamos hablando – has aceptado tu vida tal cual es desde hace mucho tiempo.
Lo has hecho basado en tu nacimiento, tu educación y en todas las decisiones que has tomado como adulto.
Y, en la mayoría de los casos, has llegado a donde estás ahora de forma, en cierto modo,
inconsciente, que es lo mismo que decir que has aceptado las decisiones que tomaste como ciertas, las
normas, las mismas decisiones que todo el mundo solía tomar en el momento.
En un mundo global y cada vez más material, aquel que te invita a luchar por objetivos que están de algún
modo fuera de ti mismo, ya que generalmente no toman en cuenta tu bienestar, todos nos vamos
apartando de una visión significativa de nosotros mismos.
Quizás acabas sacrificando tu salud en busca de tus objetivos profesionales o pierdes la oportunidad de
amar a aquellos cercanos a ti o de estar físicamente a su lado. Solemos pagar un alto precio por alcanzar
aquello que consideramos éxito y, teniendo la oportunidad de reflexionar sobre las implicaciones de nuestras
decisiones, puede que hubiéramos escogido un camino diferente.
No puedo imaginar otra manera de cambiar el camino que tomamos en la vida que no sea ir dentro de ti
mismo y pensar sobre lo que te está sucediendo. Años atrás, escuché a Adolfo Dominguez describir su
visión de hacia dónde se dirigía a nivel personal y profesional diciendo que valoraba su capacidad de
sentarse y pensar, y en consecuencia comprender sus propias motivaciones. Acaso no enseño Buddha
la misma filosofía cuando dijo, “Puedo hacer tres cosas: esperar, ayunar y pensar”.
Sentarse es el arte de esperar, es el proceso de detener la actividad mental tan predominante en nuestra
vida diaria y permitir que otras voces internas te llamen. Es también el proceso de ser paciente contigo
mismo y saber cómo esperar. Aprender a esperar lo que deseas en la vida es entrar en comunión con el
flujo natural de las cosas – uno aprende a confiar en el resultado de sus acciones y cesa de pedir ciertos
resultados en un período fijo de tiempo, y en consecuencia, elimina la frustración y la ansiedad proveniente
de falsas expectativas.
Volviendo a Shakespeare, ¿qué quiso expresar cuando decía que para algunos la “grandeza” era un
objetivo muy alto que alcanzar? O estaba hablado sobre la imposibilidad de algunos de imaginarse
alcanzando propósitos nobles en sus vidas, o hablaba de que una vez alcanzada, la “grandeza”, es
un traje incómodo que nos vemos forzados a llevar.
En ambos casos, es nuestro pensamiento lo que influencia nuestra mentalidad. Es por ello que mi propio
pensamiento al respecto es que no debes dar demasiada importancia a la idea de alcanzar algo, ni pensar
que has alcanzado tus objetivos en la vida, sino mantener tus pensamientos puros, centrados en lo que te
dice tu voz interior sobre lo que sucede en tu vida y sobre tu progreso al navegar a través de sus a
menudo peligrosas corrientes. Cuando el ego está demasiado presente en tu vida, es precisamente
el momento en el que perdemos el “norte” y tenemos la tendencia de atraer problemas hacia nosotros.
Es la ley del karma, de dar y recibir. Normalmente, cuando uno está conectado con el acto de “dar”, el
arte de recibir se convierte en un flujo natural donde uno comprende las sutiles y ocultas leyes del
universo.
Vamos entonces a definir lo que es la “grandeza”. El pensamiento que inmediatamente nos viene a la mente
es un estado de plenitud. La grandeza es la realización del espíritu donde aquello que está dentro de ti,
se une a cada acto y cada hecho. La grandeza se da cuando cesa de existir la dualidad de propósito en
tu vida y en su lugar yace el pensamiento único de ser capaz de hacer lo que es justo y correcto. Es la
acción justa, lo que te lleva a alcanzar la grandeza. Es la alquimia entre motivo y resultados. Es muy
altruista por naturaleza y es por ello que sólo pocos conocen sus recompensas. Lleva al hombre más allá de
su ser ordinario para quizás tocar lo sublime y divino en su interior. Incluye un sentimiento que encontramos
con frecuencia en los pensamientos de Gandhi, “La victoria obtenida ad través de la violencia es equivalente
a la derrota, pues es momentánea”.
La encontramos en las palabras de John F. Kennedy, “No te preguntes lo que tu país puede hacer por ti,
sino lo que tú puedes hacer por tu país”. O Abraham Lincoln en su discurso en Gettysburg, Virginia,
para preservar la unión de los estados y liberar a los esclavos de Norte América, “Hace ochenta y siete años
nuestros padres fundaron en este continente una nueva nación, concebida en libertad y dedicada al
propósito de que todos los hombres han sido creados en igualdad”. Y continúa hablando sobre la guerra
civil que destrozó el país en 1863, “…decidamos aquí que estos muertos no hayan caído en vano – que
esta nación, en el nombre de Dios, tenga un nuevo renacer de libertad – y que el gobierno del pueblo, por
el pueblo y para el pueblo, no desaparezca de la tierra.”
La grandeza es habitualmente delineada por las manos del tiempo, pero el hombre debe saber que en
cualquier momento, él es el arquitecto, el diseñador y el constructor de aquello de lo que es capaz.
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