jueves, 11 de abril de 2013

Despierta tu poeta interior: llegarás cuando menos me lo espere

http://www.elblogalternativo.com/2013/04/10/despierta-tu-poeta-interior-llegaras-cuando-menos-me-lo-espere/ 

mujerlibelula
Llegarás cuando menos me lo esperey no te veré porque no tendré los ojos…
Pero verás mi corazón dolido,
borrarás sus lagrimas de mi cuerpo
y me rozarás para que mis labios puedan.

Llegarás cuando menos me lo espere
y no te escucharé porque no tendré oídos…
Pero me susurrarás al olvido,
despertarás mis sentidos
y me llevarás a reír al alba cuando mueran.

Llegarás cuando menos me lo espere
y no te amaré porque no tendré latidos…
Pero descubrirás mis miedos,
respetarás mis silencios
y me sacudirás con mil ideas nuevas.

Llegarás cuando menos me lo espere
y no me entregaré porque no tendré manos…
Pero sostendrás mis descalabros
recompondrás mis desvaríos
y me desbordarás el alma de vida.

Llegaré cuando menos te lo esperes
y no te encontraré porque no tendrás presente…
Pero con tus ojos y mis oídos, tus latidos y mis manos,
haremos lo de siempre, lo que podamos
y la historia que nos contemos nos resucitará de la herida.
Itziar Azkona

Si la historia de nuestra vida es un continuum de fracasos es porque nos hablamos cuando no tenemos sanos nuestros sentidos. Porque fracaso tras fracaso nos reconstruimos, nos recomponemos. Y nuestra última versión, es la mejor de nosotros mismos. Luego somos un continuum de éxitos tras pequeños tropiezos en forma de fracaso.
Puede ser en el amor, en la amistad, en la relación con cualquier ser querido, incluso con nosotros mismos, en nuestras expectativas, en nuestras esperanzas de logros, en cualquier ámbito el resultado no es siempre el esperado. Y tras la lucha y la derrota llega esa sensación de vacío y de pérdida que nos nubla los sentidos.
Sólo al final de esta fase empezamos a reconstruir con cierta lucidez. Y para mi es importante verlo ahora, en este momento, en el que estoy viviendo esto, en el que tú también vives esto. Porquetan acostumbrados estamos a las prisas y a los ruidos que ni siquiera sentimos qué sentimos o qué no sentimos. Y nos perdemos en la vida al no vivirla, por miedo a sufrirla. He aprendido que cada fase de la vida tiene su valor, nos muestra unas señales y nos aporta la suficiente experiencia para el aprendizaje. Y, sin duda, nos prepara para la siguiente ronda.
Quien dijo que los antiguos no conocían la rueda. La rueda existe desde siempre, desde que la vida es vida y el ser es sintiente y consciente. Cada fase es un ciclo, cada ciclo es una fase. Y todas se suceden y todas se encadenan. Para mi, el aprendizaje vital ha sido aprender a reconocer que existen, aprender que se suceden y aprender a que se deben sentir en toda su amplitud para trascenderlas.
En la medida en que en momentos anteriores de mi vida he querido poner una venda a la herida, he buscado taparme los oídos, he creído que mirar para otro lado era contemplar el verdadero paisaje, me he encontrado con que sólo he puesto palos a la rueda y me he hundido, desviado y perdido en el camino.
Ahora la rueda está rota y no avanzo, de todos modos. Pero sólo es de momento, porque ahora estoy parada de manera voluntaria, centrada en construir palos para los radios de nueva rueda, en la construcción de un cono para el centro que una los radios y reforzando el exterior para hacer ruedas más resistentes, más aptas para todos los terrenos, por lo ahora ya sé que suele venir.
Ver, oler, escuchar y sentir la derrota es signo de victoria. Aprender de qué color es, que melodía entona y qué forma ha tomado es signo de sabiduría. Mirar para otro lado, taparse las ojeras o anestesiarse cualquier color es sólo signo de ignorancia y cobardía.
No pretendo usar vocabulario bélico para entregar una arenga agresiva gratuita pero sí es cierto que para salir del fango cuando se ha tropezado, para levantarse cuando se ha trastabillado, incluso para seguir avanzando cuando resulta más fácil abandonarse a lo que venga, requiere de una energía poderosa, de una energía impulsora. O sea, que mejor apretar los dientes, cerrar los puños y gritar al aire que no hay derrota que sea para siempre, que no hay dolor que nos derribe, que no hay muro que nos frene.
No importa cómo nos juzguen, no importa cómo nos valoren, la fuerza que necesitamos para salir adelante está en nuestro interior y nos la dieron desde el principio para usarla en momentos como éste en que parece que todo está perdido, en que mantener la fe y la esperanza en algo nuevo, en algo diferente, parece proeza sólo de superhéroes.
Pero no, es nuestro deber, nuestra responsabilidad. Reconocer lo que es, aceptar lo que hay, responsabilizarnos de lo que deseamos y actuar desde nuestro guerrero interior para lograr lo que si es posible, lo que sí se puede, lograr eso que a otros les interesa que sea imposible.
Animo. Cada vez somos más los que estamos en ello. Date tu tiempo, respeta tus momentos de silencio, reposa tu alma si está cansada y dolorida. Y cuando tengas fuerzas suficientes, transforma tu interior, empoderate, llénate de tu valor. Recuerda quien eres, de que estás hecho y cual es tu sueño. Entonces, reconócete, aprovisionate…¡Sal y conquístalo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario