martes, 4 de octubre de 2011

James Dyson, cuando la perseverancia y la fe dan resultado

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Dyson Ltd es una empresa multinacional reconocida por su sorprendente innovación en el mundo de los electrodomésticos, líder de ventas en muchos países, cuenta con 2500 empleados y actualmente es una de las empresas británicas más fuertes y consolidadas. Dyson Ltd debe su éxito y reconocimiento a su creador y fundador James Dyson, quien gracias a su empeño, trabajo, perseverancia y motivación logró convertir a Dyson en lo que es hoy, una empresa de éxito.

La biografía de James Dyson comienza el 2 de Mayo de 1947 en Cromer, Norfolk, Reino Unido. Un niño inquieto de bajos recursos proveniente de una familia cuyos pilares básicos eran el mundo académico y la religión, hijo de Alec Dyson, un profesor de escuela que murió a causa de una grave enfermedad cuando James tenía nueve años, dejando viuda y sin dinero a su madre, quien para sacar a la familia adelante se dedicó a la confección de vestidos. Con el paso de los años, con mucho esfuerzo y gracias al profundo amor de James por el dibujo logró ingresar a la escuela de arte Byam Shaw en Londres y posteriormente a la Royal College of Art.

En su etapa por la Royal College of Art, Dyson manifestó gran interés por todos los proyectos que se llevaban a cabo, participando activamente de ellos aunque en muchas ocasiones los proyectos superaban sus propios conocimientos. Nunca destacó por ser un buen estudiante pero si por la motivación y perseverancia con la que hacía las cosas. En la Royal College of Art descubrió su pasión por el diseño industrial y además creó ​​su primer invento, el camión del Mar, un barco indestructible que servía para transportar casi cualquier cosa entre las islas. En esta época, también creó el Ballbarrow, una carretilla para construcción que no utilizaba una rueda sino un balón para estabilizarse. Su atracción por el diseño aumentaba cada vez más, el diseño industrial le hacía sentir inventor, creador, fusionando siempre en sus inventos el diseño con la ingeniería.

Una vez graduado como diseñador industrial, James se lanzó con pocos medios y nula experiencia a la aventura empresarial, llevando a cabo aquellos inventos realizados en la universidad y todos aquellos que se le pudiesen ocurrir en el futuro. En esta empresa desarrolló junto con otros socios el Ballbarrow, una carretilla para construcción, después de un tiempo y como consecuencia de diversos desacuerdos con sus socios finalmente fue excluido de la empresa, y al salir se dio cuenta de un error que en el futuro se prometería no volver a cometer, la patente estaba a nombre de la empresa y no a su nombre, perdiendo así los derechos sobre esta.

Poco antes de ser excluido de la empresa, en 1978, en su casa mientras pasaba la aspiradora, Dyson se dio cuenta de que la aspiradora perdía constantemente potencia de succión y observaba como el polvo tapaba rápidamente los poros de la bolsa de la aspiradora bloqueando el flujo del aire, por lo que la succión iba disminuyendo precipitadamente. Posteriormente y durante una visita a un aserradero en la localidad donde residía, se fijó por casualidad en como el aserrín era removido con aire utilizando ciclones industriales, en ese momento tuvo una ráfaga de inspiración y pensó que la idea podría funcionar a menor escala en una aspiradora.

Al llegar a casa, Dyson rápidamente desmanteló su vieja aspiradora y con pedazos de cartón, tijeras de cocina y mucha cinta adhesiva confeccionó un ciclón de cartón colocándolo dentro de la aspiradora, posteriormente y con mucho temor la encendió (pensaba que podía salir disparada por los aires), y fue en ese preciso momento citando sus propias palabras, dijo: “Soy el único hombre del mundo con una aspiradora sin bolsa”, casi por accidente había derrumbado el lucrativo mercado de las bolsas de aspiradora, vigente en el mercado desde hacía más de 70 años.

Después de su descubrimiento, sin trabajo, sin medios, sobreviviendo él y sus tres hijos gracias al salario de su esposa y utilizando el jardín de casa como taller, decidió construir una torre con un ciclón industrial que fuese capaz de quitar las partículas de polvo, creando fuerzas centrífugas superiores a 100.000 veces la fuerza de la gravedad. ¿Podría funcionar el mismo principio en una aspiradora?. A partir de ahí necesitó 5.127 prototipos, 15 años de deudas, frustraciones y múltiples demandas para conseguir por fin el primer limpiador ciclónico, el primer prototipo de aspiradora sin bolsa, la tecnología que sin saberlo se convertiría en el futuro como la aspiradora más vendida en los Estados Unidos, superando a grandes empresas mundiales como Hoover.

En los 80´s, logró obtener la patente para distribuir su invento, un ciclón utilizable en aspiradoras. Ya en los 90´s James Dyson era un célebre diseñador independiente, tenía además cierta estabilidad económica pero mantenía constantes conflictos legales por sus licencias y no estaba conforme con la forma en que las empresas utilizaban su patente. Dyson ofreció su invento a los principales fabricantes mundiales de aspiradoras y uno por uno lo rechazaron, ya que no estaban interesados en nuevas tecnologías, su interés y negocio se centraba básicamente en la venta de bolsas para aspiradoras.

Un día, una de las empresas que había adquirido la licencia para utilizar su patente archivó el proyecto, decidiendo no fabricarlo. Este suceso provocó mucha ira en James quien decidió comunicarles y retarles diciéndoles: “Si ustedes no lo quieren fabricar, lo haré yo mismo”. Dyson decidió así recorrer el camino en solitario, soportando esperas interminables y a veces hasta burlas por parte de ejércitos de ejecutivos que evaluaban una y otra vez su producto. James en sus propias palabras al recordar esos tiempos ha dicho: “No exagero cuando digo que sentía como la monotonía de esas reuniones destrozaba mi alma, y más cuando estás sentado en una inmensa sala de juntas con todos esos especialistas delante, cada uno en su reino, experto de su pequeña área atacándote sin parar, no fue fácil, ha sido un camino muy duro”.

El reto era aún mayor, Dyson debía reunir al menos casi tres millones de dólares para poder iniciar la empresa. James acudió a muchos bancos en busca de financiación, y la mayoría mostraba desconfianza en su proyecto, en esta difícil situación James decidió invertir sus propios ahorros, pedir prestado dinero a familiares y amigos e hipotecar además sus propiedades.

Dyson finalmente reunió con mucho esfuerzo gran parte del dinero necesario para comenzar, a principios del año 1993, Dyson puso en el mercado su primer modelo, el DC01 a un precio de 300 dólares y sorprendentemente al cabo de tan solo 18 meses, las aspiradoras Dyson se convirtieron en un éxito de ventas en Reino Unido. A los consumidores les encantaba el color amarillo y brillante del plástico que adornaba la aspiradora además de su diseño moderno, casi futurista y el asombroso poder de la máquina. Hacia finales de 1994, la empresa había acumulado ventas superiores a los 15 millones de dólares.

Como anécdota, Dyson no invirtió prácticamente en publicidad, siempre creyó que la tecnología y la necesidad de productos mejores, la gente lo notaria, siempre decía: “La gente compra los productos, si estos son mejores.”. Con esta filosofía, en menos de dos años las aspiradoras Dyson poseían ya el 12% del mercado británico, después llegó a Europa, Estados Unidos y finalmente al resto del mundo.

Actualmente, James Dyson insiste en que no es un hombre de negocios, su obsesión, sin embargo lo hizo millonario. James D. se casó hace 40 años con Deirdre, artista de profesión, con quien vive en una mansión del siglo 18 valorada en 37 millones de euros, es el único dueño de una planta de 20 millones de dólares, que cuenta además con ventas anuales de alrededor 400 millones de dólares. Dyson sigue siendo el mismo emprendedor que era como cuando hizo el prototipo de cartón, una frase que siempre repite es la siguiente: “Es el miedo al fracaso lo que me hace seguir trabajando por el éxito”, “Tener una idea para hacer algo mejor y aunque parezca imposible, hacer que suceda, sigue siendo mi sueño”.

Hoy, los productos Dyson están disponibles en 50 países. En el Reino Unido, uno de cada tres hogares posee uno. En 2002 James Dyson creó la Fundación James Dyson, una organización sin ánimo de lucro que todos los años organiza el Concurso Internacional de Diseño James Dyson, cuya finalidad es animar y apoyar a jóvenes diseñadores e ingenieros otorgando al proyecto ganador un premio internacional de 20.000 libras (10.000 para el alumno y 10.000 para su universidad).

Una frase que nunca olvida y siempre recomienda es:

“El miedo es un buen motivador”

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